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Con los brazos abiertos

Lo que sigue es el plebiscito del próximo domingo, donde los votantes expresarán libremente su aprobación o rechazo. Y de conseguir el Sí la mayoría, empezará para Colombia la última y tal vez más larga y más crucial de las etapas del camino por la paz.

28 de septiembre de 2016 Por:

Lo que sigue es el plebiscito del próximo domingo, donde los votantes expresarán libremente su aprobación o rechazo. Y de conseguir el Sí la mayoría, empezará para Colombia la última y tal vez más larga y más crucial de las etapas del camino por la paz.

Se cumplió en Cartagena la firma del acuerdo entre el Gobierno y las Farc para terminar el conflicto de medio siglo. Si el próximo domingo los colombianos en capacidad de elegir aprueban ese acuerdo, la ceremonia representó el inicio de una nueva etapa, para la cual debe prevalecer la confianza en lo acordado.La ceremonia tuvo representación internacional de entidades y países interesados en ayudar a sacar adelante la paz de Colombia. Y más allá de si se está de acuerdo con el contenido de lo acordado en La Habana, mostró ante propios y extraños el interés por superar la violencia crónica que tanto daño y atraso le ha costado a nuestra Nación. Ese deseo está en cada colombiano. Y además, ha sido interpretado por los gobiernos de las últimas tres décadas que siempre buscaron la posibilidad de acudir a la negociación para terminar un conflicto que sólo desastre podría dejar para la historia. Así como se usó la Fuerza Pública para cumplir con la obligación de defender al país y de combatir lo que sin duda ha sido fuente de atraso, generador de muerte y destrucción, y causa de discordia. Por eso fue emocionante escuchar las invocaciones a la paz del presidente Juan Manuel Santos, y su recuento sobre lo que fue el esfuerzo que culminó con su firma estampada en el documento definitivo. También deben destacarse las del jefe de las Farc, alias Timochenko, quien además de explicar las razones de su movimiento reconoció el daño que causaron a sus compatriotas y pidió perdón por ello. Es la primera vez que esas palabras se escuchan, lo que hace del acto del pasado lunes un hecho histórico. Así culminó un largo periodo de seis años en los cuales se fue realizando una negociación que permitió construir la confianza suficiente para llegar a la firma del documento que se solemnizó en Cartagena. Lo que sigue es el plebiscito del próximo domingo, donde los votantes expresarán libremente su aprobación o rechazo. Y de conseguir el Sí la mayoría, empezará para Colombia la última y tal vez más larga y más crucial de las etapas del camino por la paz.Para ello habrá que apelar más que nunca a la paciencia y al compromiso para superar las dificultades que aún quedan, producto de años de delincuencia y de las inocultables limitaciones del Estado para cubrir todo el territorio nacional y ejercer la soberanía plena. Y allí, el papel de la Fuerza Pública seguirá teniendo el protagonismo necesario para garantizar la tranquilidad y poder superar las causas de la violencia que aún subsiste y no permite la tranquilidad plena que todos esperamos. En ese trayecto, la confianza será siempre el instrumento para construir el futuro. Será además la obligación de las Farc para con los colombianos que creyeron en su buena voluntad, plasmada en el acuerdo que se firmó hace dos días. Entonces, se podrá decir que la ceremonia de Cartagena, en la cual el país le abrió sus brazos a la guerrilla con generosidad y esperanza, efectivamente fue el símbolo del fin del conflicto. Y que la Nación recibió por fin la paz que los colombianos anhelaban.

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