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Asamblea de la discordia

Si bien debe respetarse el Derecho a la Protesta y a la realización de actos partidistas siempre que sean pacíficos, es de esperar que tal convocatoria no sea el disparador de una nueva oleada de hechos violentos como los ocurridos desde el 28 de abril y durante cincuenta días en la capital vallecaucana

18 de julio de 2021 Por: Vicky Perea García

Aduciendo que en ninguna parte les han autorizado un evento para el cual han convocado a cientos de personas, un grupo se tomó las instalaciones de la Universidad del Valle para realizar lo que denominan la Segunda Asamblea Nacional Popular, al parecer, con apoyo de la Alcaldía de Cali. Si bien debe respetarse el Derecho a la Protesta y a la realización de actos partidistas siempre que sean pacíficos, es de esperar que tal convocatoria no sea el disparador de una nueva oleada de hechos violentos como los ocurridos desde el 28 de abril y durante cincuenta días en la capital vallecaucana.

No es difícil encontrar la orientación de quienes empezaron su asamblea con un acto deliberado que reta a las autoridades en la medida en que se tomaron la Universidad sin permiso alguno, y según sus comunicados se reunirán para definir sus exigencias al Gobierno Nacional. Se trata de “un segundo pliego de peticiones”, con el cual también tratan de diferenciarse de los organizadores del paro nacional que, según expresan, los ha ignorado y no los representan.

La asamblea se inició el pasado sábado y se extenderá hasta el próximo martes, cuando realizarán manifestaciones públicas, para lo cual tienen el beneplácito del Gobierno Municipal. Sus organizadores consideran ésta la prolongación del llamado paro nacional, y aterrizaron en Cali por cuanto el gobierno de la Capital de la República no les otorgó los permisos que se requieren en cualquier país donde se respete el ordenamiento jurídico.

Pero aquí han recibido el visto bueno del alcalde Jorge Iván Ospina, y contarán con la presencia de las mingas indígenas que se tomaron a Cali el 28 de abril. En esta oportunidad llegaron a la ciudad desconociendo las medidas tomadas por la Gobernación del Departamento para evitar que se repitan los funestos hechos de ese entonces. Así, las vías de hecho vuelven a desafiar el Estado de Derecho y el miedo a los desmanes protagonizados bajo la inocente convocatoria a la protesta social vuelve a aparecer en nuestra ciudad.

Es pues un reto para la inmensa mayoría de los caleños que no están de acuerdo con esas manipulaciones de su inconformidad y reclaman la normalización que les permita superar sus dificultades de los últimos tiempos. Y una oportunidad que puede ser aprovechada por los violentos para atacar y de nuevo sembrar la zozobra en Cali, según lo han revelado las autoridades nacionales y departamentales, así como los organismos de inteligencia y seguridad.

Es por eso que, ante el comportamiento poco claro del alcalde Ospina, la ciudadanía caleña espera que la Fuerza Pública actúe con cuidado pero con firmeza para impedir que la asamblea que se tomó la Universidad del Valle no se transforme en una nueva oleada de vandalismo y terror en la capital vallecaucana. Por supuesto, la responsabilidad de lo que suceda será de sus organizadores y de quien como primera autoridad del municipio debe proteger a toda la sociedad de las consecuencias y los daños que pueda ocasionar el interés de un grupo de personas que según dicen, están empeñadas en montar un movimiento político y partidista.

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