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Aires de Navidad

En Cali, la proximidad del 25 de diciembre y el inicio de la Feria anual, parecen precipitar la alegría y cierto espíritu solidario comienza a adueñarse de la gente. Sabemos que estas festividades son una oportunidad para compartir, para hacer balances de lo sucedido en el año e incluso para vislumbrar un futuro mejor.

8 de diciembre de 2011 Por:

En Cali, la proximidad del 25 de diciembre y el inicio de la Feria anual, parecen precipitar la alegría y cierto espíritu solidario comienza a adueñarse de la gente. Sabemos que estas festividades son una oportunidad para compartir, para hacer balances de lo sucedido en el año e incluso para vislumbrar un futuro mejor.

Vías atestadas de vehículos, centros comerciales en los que se atiende febrilmente a miles de clientes, familias enteras paseando por los sitios iluminados con motivo de la temporada decembrina, cierta atmósfera de fiesta, invitaciones a reuniones de cierre de año, un caminar más relajado y la risa pronta a estallar en las conversaciones, parecen caracterizar el espíritu de la Navidad, ese ambiente de fiesta de fin de año que entusiasma por igual a niños y adultos en ciudades como la nuestra.En Cali, la proximidad del 25 de diciembre y el inicio de la Feria anual, parecen precipitar la alegría y cierto espíritu solidario comienza a adueñarse de la gente. Sabemos que estas festividades son una oportunidad para compartir, para hacer balances de lo sucedido en el año e incluso para vislumbrar un futuro mejor.Y está bien que así suceda. Pero somos conscientes de que no todo es luz y fiesta: hay sombras que nos perturban e impiden ser felices del todo. Las aglomeraciones en las calles también posibilitan el aumento de la inseguridad pues lleva a que los delincuentes se sientan más tranquilos, en menos riesgo de ser atrapados en flagrancia. De allí que no podamos bajar la guardia frente al crimen o ante los pillos de toda laya que tratan de aprovechar el espíritu de la Navidad para cometer sus fechorías. Entre ello se deben contar a quienes especulan con los precios de las mercancías.Y hay aún más: la época es desigual para los ciudadanos. No sólo por sus diferencias de ingreso sino también porque en esta ocasión los aires de Navidad vienen cargados de agua. No todos, y desafortunadamente muchos, pueden ser felices y estar alegres en estas navidades. Niños y adultos sufren la impiedad del implacable invierno que nos azota.El presidente Juan Manuel Santos ha dicho que se trata del “peor invierno de la historia”, y tiene razón. No tanto por la cantidad de agua que está cayendo en este fin de año, sino porque en Colombia, literalmente, está lloviendo sobre mojado. Desde el 2010 no ha habido tiempo para que la tierra seque cuando ya se precipita la otra temporada invernal, aún más fuerte. Las montañas se están derritiendo, y la gente en las tierras bajas viven la tragedia frecuente. Desde el 2010 han muerto por el invierno más de 500 personas, hay 3 millones de damnificados y las pérdidas superan los 5 mil millones de dólares, según datos oficiales.Todo esto significa que el cambio climático ya no es una amenaza para Colombia, sino una realidad. Ya llegó, y lo hizo para quedarse, tal como sucede en otras naciones de Centro y Sur América. Es un drama con el que tendremos que aprender a convivir, es una nueva tradición climática a la que deberemos aprender a hacer frente.Y una de los recursos que poseemos para afrontar esta emergencia es el espíritu de solidaridad que por lo general se fortalece en tiempos de desgracia. Así, nuestra alegría por las fiestas que ya comenzaron, no debe perder de vista el dolor colectivo de millones de colombianos cuyas tierras y bienes han sido devorados por las aguas.Navidad en paz y con alegría, sí, pero también con amor y solidaridad por los que sufren.

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