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¡Agua para Cali!

Así las cosas, la escasez de agua para Cali ya no es una amenaza. Es una realidad palpable e incontrovertible que afecta la calidad de vida de más de dos millones de personas y crece de manera exponencial con la posible agudización del fenómeno del niño y si se permite que la pobreza siga siendo usada para desperdiciar el líquido.

29 de julio de 2012 Por:

Así las cosas, la escasez de agua para Cali ya no es una amenaza. Es una realidad palpable e incontrovertible que afecta la calidad de vida de más de dos millones de personas y crece de manera exponencial con la posible agudización del fenómeno del niño y si se permite que la pobreza siga siendo usada para desperdiciar el líquido.

Pese a ser atravesada por siete ríos, Cali está al borde de racionar el agua potable. Esa noticia que parece imposible, es una realidad causada por el deterioro de las cuencas, la ausencia de cultura ciudadana y la persistente costumbre de hacer trampa amparados en el argumento de la pobreza. Hace unos meses, el Valle padecía las consecuencias de un invierno que golpeó con dureza a toda la región, incluyendo a Cali, que debió soportar racionamientos frecuentes debido a la contaminación que afectaba al río Cauca, de donde se surte el 75% de la ciudad. En ese momento, las frecuentes palizadas obligaron a cerrar las exclusas de la planta de tratamiento de Juanchito. Es la consecuencia de la deforestación de los afluentes que desembocan al río principal, de la depredación de sus cuencas y del nulo resultado que muestran las corporaciones creadas o transformadas en autoridades para proteger el ecosistema.Hoy, el asunto pasó de la niña al niño. Y con el se destapó la otra cara de un problema que amenaza a los más de dos millones de seres humanos que habitan la capital del Valle: Es que el caudal del río Cauca está llegando a niveles mínimos y su cauce está tan contaminado que en ocasiones no tiene oxígeno, por lo cual deben cerrarse con frecuencia las exclusas. Es decir, la amenaza se hace presente y la razón es la misma, la depredación del Cauca.Pero la situación no es menos alarmante con respecto a los otros ríos. El Cali que abastece la planta de San Antonio y el Cañaveralejo que surte la de La Reforma, son apenas delgados hilos que ponen en peligro el suministro de agua potable para el resto de la ciudad.Con un ingrediente adicional: es el robo descarado del líquido y el consecuente desperdicio que se produce en las zonas de ladera, donde se registran consumos superiores a los 80 metros cúbicos de agua por mes y por hogar, cuando el promedio del resto de la ciudad es apenas de 18.Emcali ha reportado que el 50% del agua tratada se pierde en el enjambre de conexiones ilegales y robos descarados, algunos de los cuales terminan en verdaderas empresas que cobran instalaciones y suministro, según lo describe el informe que El País presenta en esta edición.Y todo trata de justificarse con el argumento de que la gente que así lo hace carece de recursos y lucha por su sobrevivencia. Es decir, el resto de la ciudad, que paga sus servicios sin consideración de estratos sociales, debe subsidiar el descalabro que producen la ilegalidad y la irresponsabilidad en el uso del agua. Así las cosas, la escasez de agua para Cali ya no es una amenaza. Es una realidad palpable e incontrovertible que afecta la calidad de vida de más de dos millones de personas y crece de manera exponencial con la posible agudización del fenómeno del niño y si se permite que la pobreza siga siendo usada para desperdiciar el líquido.Por eso hay que tomar conciencia y promover la recuperación del Cauca tanto como la persecución a los ladrones de un bien que debería abundar en la ciudad pero que hoy escasea de manera dramática y puede ser la gran amenaza para el futuro próximo.

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