Difícil creer

Son tantas las promesas incumplidas y los proyectos fallidos o eternos en el Valle del Cauca, que a quienes vivimos aquí nos cuesta creer en los anuncios de obras monumentales

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9 de mar de 2021, 11:40 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 06:51 a. m.

Son tantas las promesas incumplidas y los proyectos fallidos o eternos en el Valle del Cauca, que a quienes vivimos aquí nos cuesta creer en los anuncios de obras monumentales, que deberían significar un cambio o un paso adelante en la modernidad que demanda una región pujante, competitiva y con tanta proyección como la nuestra.

La lista es la misma desde hace varios años, lo que demuestra cómo nos han peloteado a punta de anuncios fallidos.

La madre de esas obras inconclusas es la doble calzada Buga-Buenaventura, una vía de 118kilómetros que ha sido imposible terminar luego de 15 años en obra, que además presenta el deterioro lógico por el paso del tiempo y ahora también por la falta de mantenimiento, que poco se ha visto desde que el Invías se encargó del recaudo de los peajes del Valle. Esos recursos, que no son pocos y deberían destinarse para el departamento, ahora hay que compartirlos con los que digan desde Bogotá.

Dicen que este año se adjudicarán las licitaciones para hacer los tramos faltantes y que en el 2022 reiniciarán los trabajos. Es la misma promesa que se escucha desde hace dos años, que ojalá no terminé engavetada si al final sí hay que pagarle a los Solarte, los contratistas que no terminaron las obras, los $823.000 millones que determinó un laudo arbitral de la Cámara de Comercio de Bogotá.

De la vía Mulaló-Loboguerrero, ni esperanzas. Entre los polítiqueros que se opusieron primero a esa carretera que ahorraría una hora de viaje a Buenaventura, las eternas consultas con la comunidad y las mil y una trabas de la Agencia Nacional de Licencias Ambientales, a ese túnel no se le ve la luz al final del camino.

Dirán los optimistas que la segunda malla Vial del Valle -la que arreglará 381 kilómetros de vías y prolongará la carretera entre Cali y Jamundí- sí va por buen camino. Claro, la licitación ya se abrió, hay ocho proponentes y en abril se adjudicará. Falta ver cuánto se demora en comenzar y, más importante aún, cuándo se terminará. Porque una cosa es definir el contratista y otra que se cumplan los tiempos.

Solo como por hacer memoria: ¿Recuerdan la ampliación de la antigua vía Cali-Yumbo que se haría en ocho meses y va para cuatro años? ¿O lo que pasó con el puente de Juanchito? Y para estar más cerca de este ‘puro corazón’ de Jorge Iván Ospina, ¿para cuándo la prolongación de la Circunvalación o la ampliación de la salida al mar o las demás megaobras que faltan y por las que ya pagamos los caleños?

Lo anterior para decir que espero que el nuevo gran proyecto de región, el Tren de Cercanías para conectar a Jamundí, Cali, Yumbo y Palmira a través de trenes ligeros y que podría transportar a 35.000 pasajeros al día, sí se haga realidad. El sábado se firmó el contrato de los estudios de factibilidad para la reactivación del corredor férreo, que deberán estar listos en 22 meses y costarán $35.000 millones aportados por la Nación, el departamento, los municipios, el Reino Unido y que cuenta con el acompañamiento de entidades como ProPacífico.

En un anuncio optimista se asegura que en el 2023 se pondrá la primera piedra y en el 2025 estará listo el primer tramo entre Jamundí y Cali con sus estaciones. Ojalá así sea porque es la solución a los problemas de movilidad en el sur del departamento, en particular en la capital del Valle, además de que sería el complemento y el impulso que tanto necesita el sistema de transporte masivo, MÍO.

Discúlpenme si soy escéptica. Pero de esos pajaritos de oro ya nos han pintado muchos que al final terminan siendo de oropel, ya sea por aquello de la corrupción que se roba los recursos o sobredimensiona los presupuestos, o por el incumplimiento en las obras públicas que se volvió costumbre sin que se impartan las sanciones que desestimulen su práctica.

No quiero decir que eso pasará con el Tren de Cercanías, pero si esperamos que sea una realidad tenemos que poner desde ya los ojos vigilantes sobre el proyecto, exigir que se cumpla y hacernos sentir como vallecaucanos si otra vez intentan ponernos conejo.

Sigue en Twitter @Veperea

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.

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