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Eduardo José Victoria Ruiz

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¿Vale la pena marchar?

Petro en su soberbia, no quiere corregir las prácticas deficientes, sino construir un nuevo país, inspirado en modelos fracasados del vecindario, donde destruyeron el aparato productivo y multiplicaron la pobreza.

10 de marzo de 2024 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Después de las expresiones multitudinarias en todo el país durante la marcha del miércoles, surge el gran interrogante sobre la conveniencia o no de estas manifestaciones. Es más, muchos no caminan y prefieren quedarse en su casa o en su lugar de trabajo rumiando su inconformidad, porque consideran que estas protestas no llevan a nada. Tremenda equivocación. Hay muchos perfiles presidenciales, juristas, académicos, técnicos, pero la principal característica de Petro es su condición de agitador de masas.

Petro nunca será un gran gerente ni quien implemente los cambios que el país necesita. Haciendo alusión a la metáfora del medio vaso de leche, unos mandatarios se quedarían en la satisfacción de tal alimento, otros serían capaces de sacar unos gramos de mantequilla de esa cantidad, otros se limitarían a la inconformidad de la cantidad del lácteo; Petro, en cambio, le echará la culpa al dueño de la vaca, le dirá capitalista miserable, planteará que esa res debería estar en manos desfavorecidas y lo más sorprendente es que muchos aplaudirán ese discurso.

Un análisis serio contaría cuántos medios vasos de leche salen de cada ordeño, cuál es la raza y edad de la vaca, cuál es el alimento que esta recibe. A Petro ningún dato le interesa, solo manipular las carencias, el discurso recurrente e inconforme del medio vaso de leche que quisiéramos completar, la promoción del resentimiento para buscar hordas de seguidores que aspiran a recibir con una vara mágica estatal galones gratuitos de leche y miel.

Escucho a personas de buen nivel académico diciendo: “Es que no lo dejan hacer los cambios”. Si las reformas van a paso de babosa y a veces de cangrejo, no es por caprichos políticos de los congresistas, es por falta de sustentación adecuada sobre la conveniencia de implementar esas soluciones.

Está demostrado hasta la saciedad que la pensional será tan costosa que impedirá que los jóvenes de hoy se jubilen. La laboral mira solo el incremento de los beneficios para los actuales trabajadores, desestimulando la generación de nuevos puestos de trabajo, pues a ningún empleador le convendrá crearlos con las condiciones populistas que Petro trae. La Reforma a la Salud conllevará un retroceso en las condiciones de la prestación del servicio, a tal punto de que más del 75 % de los colombianos encuestados expresa su pánico a la atención estatal propuesta. Cada tema tiene opciones de ser mejorado, pero Petro en su soberbia, no quiere corregir las prácticas deficientes, sino construir un nuevo país, inspirado en modelos fracasados del vecindario, donde destruyeron el aparato productivo y multiplicaron la pobreza.

En vista de que los análisis técnicos, hechos por profesionales serios, por matemáticos y actuarios, no le favorecen, Petro convoca las calles para asustar a magistrados y congresistas. Las marchas de la oposición, como la de este miércoles, precisamente, sirven para recordarle al agitador de la Casa de Nariño que la calle no es su escenario exclusivo. Que a esa calle estamos dispuestos a salir una y mil veces los ciudadanos que vemos con profunda preocupación la suerte de nuestra patria; quienes estamos dolidos por el maltrato a las fuerzas armadas; los pacientes y pensionados; aquellos que vemos que la corrupción sigue campante, pues los nombramientos son para sus amigotes, usualmente sin preparación para el cargo, pero obsesionados con aprovechar el poder y el presupuesto.

Contra todo eso que estamos padeciendo, contra tanta inseguridad y chamboneo, por cambios lógicos que disminuyan la inequidad, por el respeto a la Constitución y a las instituciones, marcharemos cada vez con más fuerza, demostrando la inviabilidad del modelo del gobierno petrista.

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