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Eucaristía, iglesia católica, referencia. | Foto: Colprensa

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Tres parábolas sobre el reino de los cielos

En la parábola del granito de mostaza, Jesús enfatiza que en lo pequeño hay un dinamismo de desarrollo inimaginable.

23 de julio de 2023 Por: Arquidiócesis de Cali

Por: Monseñor José Roberto Ospina Leongómez, obispo de Buga

¿Qué significa la expresión ‘Reino de los Cielos’? Tiene unos matices interesantes: Es la presencia amorosa de Dios en la Historia, por tanto en el tiempo, en el transcurrir de la vida. También es dimensión trascendente, más allá de la muerte: Dios plenitud de toda la creación y gozo eterno para los que se dejaron salvar, transformar por Él y llenar de Su Presencia.

San Mateo, en el capítulo 13, nos recoge varias parábolas: la del sembrador (domingo anterior), y hoy la liturgia nos presenta la de la cizaña, la del granito de mostaza y la de la levadura.

En la de la cizaña nos dice Jesús que Dios ha sembrado buena semilla (personas rectas, que aman, hacen el bien, son presencia de Dios…) pero el enemigo, el diablo, ha sembrado cizaña (personas deshonestas, criminales, egoístas y que crean malestar y maldad por doquier).

La parábola presenta la tentación de quienes, sintiéndose buena semilla, quieren acabar de raíz con los que son cizaña, arrasar con ellos. Pero el Señor dice que llegará el juicio y allí Dios separará a unos de otros y le dará a cada uno su paga. Presencia de Dios que crea personas de bien, que son buena semilla…

Hay una lucha interna entre el bien y el mal, que todos la padecemos. No hay dos principios de bien y mal, pero sí hay una extraña fuerza que nos descentra, que nos hace fallar, que nos encierra en nuestras pasiones y egoísmo. Esa realidad es la cizaña.

En la parábola del granito de mostaza, Jesús enfatiza que en lo pequeño hay un dinamismo de desarrollo inimaginable. El reino de los cielos, se parece a ese granito, la presencia de Dios es casi imperceptible, pero tiene el dinamismo de desarrollarse en cada persona y en la comunidad. Hay que creer en ella.

En la parábola de la levadura, se resalta otra vez el dinamismo transformador que impregna toda la masa y la transforma. El Reino de los Cielos se parece, dice Jesús, a la mujer que amasa. Vemos a Dios transformando el mundo, como levadura, con el poder del Espíritu. Actualmente padecemos el pesimismo, el desconcierto, la inseguridad, la zozobra ante el “qué va a pasar, para dónde va el país”; nos preocupan tanta violencia, tantas manifestaciones de inconformidad, de rechazo a planteamientos y propuestas del gobierno, la inequidad y desigualdad social, la polarización galopante, etc., pero las parábolas de este domingo son una luz, una esperanza, un compromiso pues Dios actúa en nosotros, con nosotros y a través de nosotros. El Reino de los Cielos ya está en medio de nosotros con su poder.

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