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Angelino Garzón | Foto: El País

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Solidaridad y prevención

Pero el primero que debe dar ejemplo en ese sentimiento solidario es el gobierno nacional y los gobiernos departamentales y municipales, priorizando el trabajo de prevención...

21 de mayo de 2024 Por: Angelino Garzón

Solidaridad, esa bella palabra universal, significa un gesto de nobleza, de amistad y de empatía que rompe las barreras ideológicas de quienes han querido utilizarla como un sentimiento que identifica a las izquierdas o a las personas más pobres, cuando, al contrario, es un comportamiento de los seres humanos relacionados con el derecho a la libertad, como sucedió en la Polonia comunista o en términos cristianos a la sabiduría y bondad de compartir el pan.

Ese es el comportamiento que hoy debemos tener con todos los que actualmente son víctimas de las intensas lluvias, las inundaciones y las avalanchas de agua con tierra. Pero el primero que debe dar ejemplo en ese sentimiento solidario es el gobierno nacional y los gobiernos departamentales y municipales, priorizando el trabajo de prevención y construcción de dispositivos efectivos de coordinación y destierro de la corrupción.

Si hablamos menos y nos coordinamos mejor desde las regiones, podremos encontrar los mecanismos necesarios que permitan, con la decisión y voluntad política desde el Estado, emprender acciones, de manera anticipada, que contrarresten hechos que se repiten periódicamente como las inundaciones de la región de la Mojana, la deforestación del Cerro de las Tres Cruces en Cali y la construcción de viviendas en zonas de alto riesgo, entre otras.

Afortunadamente, Colombia tiene y ha tenido una de las infraestructuras solidarias y de pronto socorro más importantes de América Latina. De ella hacen parte por ejemplo, las Fuerzas Militares y de Policía, la defensa civil, los cuerpos municipales de bomberos, la Cruz Roja Colombiana, los boy scouts, los clubes de leones y los perros guías en labores de salvamento en tragedias naturales, pero ante todo existe la voluntad de colaboración de millones de personas que, por encima de las diferencias políticas y sociales, son solidarias con las víctimas de las tragedias naturales o causadas por la irresponsabilidad y ambiciones de algunos seres humanos.

Esa es la gran labor de liderazgo que deben cumplir el gobierno nacional, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Ungrd, los gobernadores departamentales y alcaldes municipales para atender personas indefensas y llenas de dolor por todo lo perdido en esas tragedias.

Esa responsabilidad y deber ético de la solidaridad, también les corresponde a todos los integrantes de grupos armados ilegales de cesar, unilateralmente, sus acciones violentas y criminales, pues dificultan y pueden retardar la atención pronta de las víctimas de los desastres.

Ese cese unilateral de acciones violentas se convertiría en un gran estímulo, a nivel estatal y social, para que entendamos que la prioridad en los actuales momentos en Colombia son las labores de prevención y solidaridad con la gente.

Como el mejor maestro es el ejemplo, en ese proceso es muy importante que predominen los nortes éticos de cero tolerancia con la corrupción, el despilfarro y la violencia, a fin de que en ninguna parte de Colombia se vuelvan a repetir hechos como los sucedidos al interior de la Ungrd o de actos de violencia y terror como los asesinatos del director de la cárcel Modelo en Bogotá, de humildes soldados y policías o los recientes actos terroristas en los municipios de Miranda, Jamundí y Morales donde perdieron la vida un niño, dos policías y quedaron heridas varias personas.

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