Prioridades
Es necesario que el gobierno entienda que las ideas y aspiraciones que puedan tener en lo político tienen consecuencias en lo económico...
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7 de oct de 2022, 11:35 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 05:03 a. m.
“Cambiar todo para que nada cambie”.
Así lo expresó Giuseppe de Lampedusa en su novela El Gatopardo a mediados del siglo pasado y puede ser el rumbo en que termine el gobierno de seguir por esta vía de pretender cambiarlo todo. En ese ejercicio que realizó el alto gobierno en los últimos días y al que el presidente asistió sólo al final del mismo, según dicen los medios, el mensaje que trascendió a la opinión fue que la prioridad absoluta es la de hacer cambios.
Enfrentarse a las complejidades del Estado, entender las restricciones jurídicas y normativas y contrastar las aspiraciones con las limitaciones de recursos es algo que lleva, sin grandes elucubraciones, a concluir que si lo que se busca es lograr transformaciones de importancia y sostenibles es imprescindible fijar prioridades.
De otra parte, los cambios que se pretendan hacer deben estar articulados en todas sus dimensiones pues, por regla general, lo que se hace en un campo tiene repercusiones y consecuencias en otros. Es decir, que independientemente de las decisiones políticas que se tomen es necesario el conocimiento del tema y el análisis técnico para poder entender y evaluar las consecuencias de las decisiones.
Hasta ahora lo que se ve es el discurso en abstracto del cambio, pero poco de prioridades, poco de análisis y, en algunos casos, un preocupante desconocimiento de los temas a su cargo. Son varios los funcionarios que parecen no haber entendido que ya les pasó el tiempo para el activismo y el discurso y es la hora de enfrentar los problemas concretos de los despachos bajo su responsabilidad.
Esa falta de prioridades y ese afán de cambiar por cambiar lo que genera es incertidumbre y desconfianza. Muchos son los argumentos que se pueden dar sobre las bondades de lo que están haciendo. Lo concreto, sin embargo, es que los que juzgan estos temas de manera implacable son los mercados y lo que está ocurriendo es muy preocupante.
La prima de riesgo del crédito colombiano viene creciendo de manera sostenida. Los papeles colombianos cotizan con una prima ya mayor que la de Brasil, país que tiene una calificación dos escalones por debajo de la colombiana (BB+ vs BB-).
Esto lo que quiere decir es que la deuda externa se encarece y el apetito por los papeles colombianos puede reducirse complicando la situación fiscal. Más que eso, seguir esa tendencia puede llevar a que los inversionistas extranjeros en deuda colombiana liquiden sus inversiones las lleven a otros países y se acentúe la presión sobre la tasa de cambio.
El ministro Ocampo entiende perfectamente estos riesgos, pero por más cuidadoso que quiera ser, difícilmente los mercados van a quedar tranquilos con mensajes tan preocupantes como los que se han planteado en frentes como el energético, el de la salud o el de la legislación laboral.
Es necesario que el gobierno entienda que las ideas y aspiraciones que puedan tener en lo político tienen consecuencias en lo económico y estas, a su vez, pueden dejarnos en el peor de los mundos, sin cambios en lo necesario y con más necesidades.

Ingeniero industrial, Presidente de Asocaña por casi veinte años, consultor privado y miembro de múltiples juntas directivas en los sectores financiero, industrial, energético, servicios, educativo y de investigación. Escribe para El País hace más de veinte años.
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