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Pesos y contrapesos

Los hechos de la semana pasada en la ciudad de Washington podrían ser vistos como el resultado de un narcisista desequilibrado que se niega a entregar el poder que recibió de manera sorpresiva hasta para él mismo.

15 de enero de 2021 Por: Ricardo Villaveces

Los hechos de la semana pasada en la ciudad de Washington podrían ser vistos como el resultado de un narcisista desequilibrado que se niega a entregar el poder que recibió de manera sorpresiva hasta para él mismo, como lo dicen muchos quienes estuvieron en su campaña en 2016.
Trump veía su candidatura como una estrategia de mercadeo para su marca y sin estar preparado ni él ni su equipo para gobernar, resultó elegido para tan crucial posición. A pesar del caos que creó después de haber perdido las elecciones en noviembre, el sistema de pesos y contrapesos tan importantes en el sistema norteamericano actuó: los jueces rechazaron las decenas de demandas sin fundamento y el Congreso, a pesar de lo sucedido, terminó confirmando a Biden como el nuevo presidente de los Estados Unidos.

El episodio, sin embargo, mostró las grandes debilidades que tienen las normas vigentes por lo ambiguas, o por que se concibieron para situaciones muy diferentes. Un vicepresidente que hubiera pretendido desconocer los resultados, o un congreso con mayoría en ambas cámaras que estén de acuerdo con esas interpretaciones acomodaticias que pretendió Trump tendría el país al borde del caos.

Lo ocurrido hizo evidente que el problema es mucho más de fondo. Libros como ‘Por qué mueren las democracias’ de Levitsky y Ziblatt de 2016 adquiere total actualidad y permite apreciar como Trump fue muy efectivo a lo largo de su mandato en usar herramientas ya inventadas por el populismo y movimientos de corte fascista que se han usado en muchas ocasiones con resultados desastrosos. La manipulación de los instrumentos de la democracia, como bien lo analizan ellos, fue determinante en el ascenso al poder de personajes como Hitler,
Mussolini o Chávez y ponen de presente cómo cada vez son menos los golpes de Estado tradicionales liderados por algún militar y, en cambio, son personajes que llegan por medio del voto quienes, una vez en el poder, cometen todo tipo de tropelías. Duterte, Fujimori, Erdogan, Orban son otros ejemplos de este fenómeno.

Una vez elegidos la receta también está inventada. Generar miedo, crear enemigos externos, denigrar de los medios y generar desconfianza en ellos, pretender interpretar ‘al pueblo’ con fórmulas como las que aquí se han tratado de usar de acudir al ‘estado de opinión’, etc. En el caso de Trump, además, un uso muy efectivo de las redes sociales y de las distorsiones que ellas han generado, como la segmentación de la comunicación, donde cada quien solo oye lo que quiere oír y ya no tiene que someterse a lo que publicaban los medios tradicionales.

Lo grave entonces es que son millones y millones los que han creado sus realidades alternativas y son terreno abonado para el mismo Trump, o para alguien que sepa aprovechar el momento, para seguir erosionando al sistema político del país que ha sido el punto de referencia de la democracia.

De estos males no estamos exentos en Colombia y más que nunca debemos tomar conciencia de los riesgos que tenemos con quienes pretenden hacer política con posiciones extremas con argumentos populistas. Por ahí se comienza.