Muy difícil de entender

Ya se acabó la campaña. Es hora de que los pronunciamientos del gobierno sean claros y contundentes.

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4 de nov de 2022, 11:35 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 04:53 a. m.

La tasa de cambio superó los $5000 por dólar, el llamado Credit Default Swap, que es un indicador de la prima de riesgo que se cobra a la deuda colombiana ha crecido el 31,8% en los últimos dos meses, el monto de la deuda pública externa se ha incrementado en 250 billones de pesos (12 reformas tributarias), por cuenta del incremento en la tasa de cambio, etc., etc.

Esto ha llevado a la pérdida de confianza en Colombia por los mercados financieros internacionales con todas las consecuencias negativas asociadas. JP Morgan, Bloomberg, Bank of America, entre otros, ya han venido expresando sus preocupaciones sobre la economía colombiana y que se esté cobrando una prima de riesgo similar a la de Egipto es algo que nos debería preocupar muy seriamente.

No estamos ya para discusiones ideológicas sobre el decrecimiento, ni para volvernos adalides de la transición energética desmontando nuestro sector petrolero. La prioridad debe ser, a todas luces, recuperar la confianza de los mercados en nuestra economía y darles certeza de que Colombia no va a destruir su principal fuente de divisas.

Nadie discute que es necesario avanzar en el proceso de transición energética que se viene adelantando desde hace varios años, pero no se puede acabar con el sector más importante de la economía cuando las alternativas son apenas aspiraciones teóricas.

Fedesarrollo, que es un centro de pensamiento independiente y que se caracteriza por la alta calidad técnica de sus trabajos, ha sido claro en su diagnóstico en relación con el golpe que significa para la supervivencia del sector los planteamientos incluidos en el proyecto de reforma tributaria. No es solo que la altísima tributación haga muy poco atractivo el adelantar proyectos en Colombia, suponiendo que superen ese bloqueo mental de pretender que no se hagan nuevos proyectos de exploración, sino que la altísima tributación hace muy poco probable que vengan nuevas empresas con la tecnología que requiere la difícil geología colombiana.

Pero la cosa es más grave aún, insistir en esta línea de acabar con la industria petrolera es equivalente a condenar a las regiones donde se llevan a cabo estos proyectos a un mayor atraso.

Fedesarrollo estima en casi cinco billones de pesos lo que las regiones petroleras deberían recibir de aquí al 2030 y se trata de departamentos con grandes necesidades como Bolívar, Casanare, Putumayo, Magdalena, Guaviare, etc.

Ya se acabó la campaña. Es hora de que los pronunciamientos del gobierno sean claros y contundentes. No se trata de decir que se respetarán los contratos vigentes. Eso lo vienen diciendo desde antes de las elecciones y eso no tranquiliza a los mercados. Se trata de ser precisos en relación con los nuevos contratos y se trata de ser muy cuidadosos con lo que se dice.

El sainete que se armó con el tema de la presidencia de la junta de Ecopetrol revirtió la aparente tranquilidad que se había logrado. Eso muestra cómo debe ser el gobierno de cuidadoso en sus pronunciamientos, pues no habrá reforma tributaria que aguante los sobrecostos que supone la imprudencia.

Ingeniero industrial, Presidente de Asocaña por casi veinte años, consultor privado y miembro de múltiples juntas directivas en los sectores financiero, industrial, energético, servicios, educativo y de investigación. Escribe para El País hace más de veinte años.

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