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El delito de cantar

Poca trascendencia se le ha dado a algo muy grave: la prohibición del ingreso al país del cantante venezolano Omar Enrique, ‘El príncipe del merengue’, uno de los artistas invitados al Carnaval de Barranquilla.

10 de febrero de 2019 Por: Patricia Lara

Poca trascendencia se le ha dado a algo muy grave: la prohibición del ingreso al país del cantante venezolano Omar Enrique, ‘El príncipe del merengue’, uno de los artistas invitados al Carnaval de Barranquilla.

¿Y qué impide que ese famoso merenguero, quien se ha presentado varias veces en La Arenosa, cumpla su compromiso de abrir el Carnaval el 2 de marzo, día de la Batalla de Flores? Pues que el gobierno de Iván Duque, representado en este caso por Christian Krüger Sarmiento, director de Migración Colombia, lo incluyó en la lista de los 200 venezolanos considerados personas non gratas por su cercanía con el régimen de Maduro y, por ello, le prohibió ingresar al país.

¿Y cuál es el ‘delito’ del que el gobierno Duque acusa al autor de ‘Déjame acompañarte’ y otros éxitos musicales? Que amenizó actos en favor de Chávez y de Maduro y puso a bailar al Presidente venezolano y a su mujer.

¿Y eso qué significa? Algo que, si no fuera tan grave para los principios democráticos, más bien haría reír. Que todo parece indicar que para este gobierno puede ser delito cantar.

De todo lo anterior se desprende algo realmente preocupante: que el gobierno Duque considera lícito atropellar la cultura por razones políticas; que para este régimen se está convirtiendo en delito tener una opinión distinta; y que Duque le está dando a su administración un tinte cada vez más parecido al de la dictadura que quiere destruir.

Las dictaduras se caracterizan por creer que ellas son las dueñas de la verdad y que todo el que piense distinto merece la cárcel o el destierro. Por esa razón, y porque al parecer vamos caminando a marchas forzadas hacia un régimen de recorte de las libertades, es que el director de Migración Colombia, Christian Krüger Sarmiento, se cree con derecho a declarar que “no vamos a permitir que personas que le han hecho tanto daño a nuestros hermanos venezolanos se paseen por nuestro país sin importarles las consecuencias de sus actos”.

Vamos como el cangrejo en términos del respeto a las libertades de pensamiento y opinión: ya el director de Rtvc quiso ‘matar’ un programa de televisión porque su realizador se manifestó contra la ley de las Tics; ya la Presidenta del Centro Democrático calumnió por Twitter a la periodista Vicky Dávila; ya han comenzado a aparecer las amenazas contra los periodistas que señalan la corrupción o que piensan de manera distinta a como el régimen cree que se debe pensar; ya el gobierno se cree con derecho de imponer algo que nunca se había visto en este país: las listas de excluidos por razones ideológicas.

Al paso que vamos, en Colombia no podrán presentarse Silvio Rodríguez, ni Pablo Milanés, ni Chico Buarque; ni Roger Waters, fundador de Pink Floyd; ni a Barranquilla podrá ir a ver fútbol Armando Maradona. Y si el poeta Pablo Neruda viviera, tampoco podría ingresar al país.

¿A ese infierno de represión y de privación de los valores culturales nos quiere llevar usted, presidente Duque? ¿Qué pasaría, por ejemplo, si Silvestre Dangond, ese cantante que le encanta y con el que tanto se abrazó en su campaña, volviera a lucir la camiseta con el letrero de ‘chavista y silvestrista’? ¿Lo desterraría?

Todo eso es ridículo. Y muy peligroso. Es que en la lista pusieron incluso a Ronald Ramírez, presidente de Monómeros. Y lo deportaron desde Barranquilla. ¿Qué garantías van a creer que tienen en Colombia otros directivos de empresas extranjeras?

Ese no es el camino, presidente Duque.

Sigue en Twitter @patricialarasa