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¡Paraos!
Cali tiene el poder de pararse siempre, no importa qué tan duro le peguen. Resiliencia, le llaman los expertos. Cali es una ciudad naturalmente resiliente.
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29 de ago de 2025, 03:14 a. m.
Actualizado el 29 de ago de 2025, 03:14 a. m.
“… La vida me ha restregao, pero jamás me ha planchao. En la buena y en la mala, voy con los dientes pelaos. Sonriendo y de pie. ¡Siempre parao!”
El pasado viernes, cuando vi a Jaime Santa parado en frente de las ruinas de Kiero Coco –el negocio que le tomó toda una vida construir y que por cuenta del terrorismo quedó reducido a escombros en segundos–, vino de inmediato a mi memoria esa melodía que Rubén Blades escribió hace unos 20 años como una especie de manifiesto personal.
Confieso que esa mañana, cuando lo saludé bajo la canícula implacable del sol que por estos días intenta achicharrarnos, tuve que tragarme las lágrimas de rabia que traía acumuladas. Las traía desde la noche anterior, cuando llegué a la zona de la Base Aérea Marco Fidel Suárez, donde 6 caleños inocentes perdieron la vida y 79 resultaron heridos por cuenta de la demencia absurda que alimenta la guerra de este país.
Pero la valentía de Jaime, su intento silencioso por encontrar respuestas a algo que no las tiene, la profundidad de su desconcierto, su dignidad inmensa, no podían ser manchadas por la impertinencia de mi debilidad.
Lloré después, y mucho, en la soledad de la noche. Pero al día siguiente entendí que, aunque en realidad no lo conozco, sé que Jaime y su gente -su familia, sus 30 empleados que fabrican y comercializan 50 productos derivados del coco- son ese tipo de personas a las que nada, ni nadie, la puede derribar. Siempre se van a parar, cueste lo que cueste.
Y en las horas posteriores al monstruoso atentado he confirmado lo que ya sabía, porque lo vi y lo viví desde niño en mi casa, en mi familia: que Cali tiene el mismo espíritu de Jaime Santa. Que a Cali no la tumba nadie. Es invencible. Cali tiene el poder de pararse siempre, no importa qué tan duro le peguen. Resiliencia, le llaman los expertos. Cali es una ciudad naturalmente resiliente. Los caleños somos salseros. Y recocheros. Y chicaneros. Y resilientes. Es decir, siempre nos paramos.
Lo hicieron nuestros mayores después de la explosión del 7 de agosto de 1956. Y lo hicieron con tanta claridad mental, que de ese golpe se pararon para dejarnos como legado la Feria de Cali. Como si nos hubieran dejado un mensaje a todos los que vinimos después: “Párense siempre, no importa qué tan dura haya sido la caída, y vuelvan a construir la casa. Y báilense la vida. Y no dejen de amar. Y sigan sonriendo. Porque para eso hemos nacido”.
También lo supimos hacer después de la crisis económica de los 90. Y lo hicimos luego de la pandemia de 2020. Y nos perdimos, pero hemos sido capaces de regresar y reencontrarnos, después de la ola de violencia del 2021. Y lo hemos hecho siempre a partir de una materia prima que cada mañana brota naturalmente en esta tierra: la solidaridad, la empatía, la tendencia natural a unirnos en los momentos difíciles.
Eso no significa que no tengamos diferencias -las tenemos, y profundas, porque también eso es lo que nos ha permitido avanzar y buscar nuevos caminos para salir del atolladero-, pero por encima de ellas siempre estamos dispuestos a hacer lo correcto por Cali.
Es lo que estamos haciendo por estos días, cuando todos los sectores sociales se han unido para hacer una vaca -una ‘Vaki’ le decimos en estos tiempos-, para llevar ayuda más rápidamente a los damnificados por la explosión.
Si usted no ha hecho su aporte, lo invito a que lo haga. Es la manera de ser caleño en este duro momento. Es la manera de honrar la memoria y responder a los desafíos del presente. Es la manera de decir que los terroristas no van a lograr vencer a Cali. Porque como Jaime Santa aquí seguimos: ¡Paraos!

Periodista y economista. Melómano apasionado, autodidacta obsesivo y enamorado eterno de Cali. Nadie le quita 'lo bailao'
6024455000





