El pais
SUSCRÍBETE

El joven Churchill

El joven Churchill tenía muchas ventajas. Era nieto del VII Duque de Marlborough, hijo de Lord Randolph Churchill, un político conservador prestigioso.

30 de octubre de 2020 Por: Óscar López Pulecio

El joven Churchill tenía muchas ventajas. Era nieto del VII Duque de Marlborough, hijo de Lord Randolph Churchill, un político conservador prestigioso; su madre era una norteamericana bella y rica; era extremadamente aventurero, ambicioso e inteligente y quería hacer una carrera política a como diera lugar. Y algunas desventajas que nacían de lo mismo. Por ser su padre el tercer hijo del Duque, no tenía mayor fortuna; el dinero de su madre, Jenny Jerome, hija de un millonario norteamericano que se había casado en un intercambio de títulos por dinero, había desaparecido; el padre había muerto tempranamente debido a una sífilis que terminó enloqueciéndolo; su madre coleccionaba amantes, despilfarraba el dinero y se casaba con frecuencia con hombres de la edad de su hijo; no había tenido un rendimiento académico sobresaliente así que había ido a parar al ejército.

Como resultado de todo ello a los 21 años era teniente del cuarto regimiento de húsares, estacionado en Bangalore, India, donde su principal ocupación era jugar polo. El joven húsar quería acción. Iba y venía entre Londres e India, con permisos concedidos a través de las influencias de su madre, buscando siempre ser relocalizado donde hubiera combates, lo cual no era inusual en los vastos dominios británicos. Cada viaje era una travesía incómoda y duradera en los barcos de fines del Siglo XIX, pero gracias a ellos estuvo en todas partes no tanto como soldado sino como cronista, para mortificación de sus superiores.

Lo que el joven Churchill quería era escribir sobre sus experiencias como combatiente, con él como protagonista. Él mismo a través de la relación de sus aventuras y desventuras personales en India, en Egipto y sobre todo en la Guerra de los Bóers en Sur de África, se convirtió en un héroe, a través de un metódico y disciplinado culto a su propia personalidad que duraría toda su vida. A los 25 años era un escritor famoso por sus artículos en los periódicos y sus libros, que serían fuente principal de sus ingresos.

En 1900 fue elegido a la Cámara de los Comunes, como el parlamentario más joven del Partido Conservador, que pronto abandonaría para acogerse a las banderas liberales, antes de volver al conservatismo, cuando las circunstancias fueron más propicias. Allí iba a tener una larga carrera parlamentaria con diversa fortuna. No fue sino cuando era prácticamente un anciano, medio siglo después, que llegaría a Primer Ministro, cuando vivió su hora más gloriosa nacida de la hora más oscura de su Nación. Era pues un arribista político de primer orden. Tanto él como su madre eran recibidos por todo el mundo, incluyendo el Rey Eduardo VII, muy cercano a la bella Jenny, y él lo aprovechaba para ascender en política; como debe ser, habría que añadir.

Roy Jenkins escribió una monumental biografía de Sir Winston Churchill, más de 1000 páginas, con un humor inglés que desvela sus intenciones personales de gloria por encima de las vicisitudes de la política. Las primeras 200 páginas son para este joven Churchill, hiperactivo, que recorre el mundo jugando polo y describiendo, con exceso de imaginación, su heroísmo. Siguió haciéndolo. Él mismo muy responsable del olvido de sus enormes equivocaciones y la idealización de su figura histórica. Por algo le dieron el Premio Nobel de Literatura y no el de Paz, decisión que él en su modestia nunca entendió.

AHORA EN Oscar Lopez Pulecio