No partimos de cero

En mi opinión, un error que constantemente ha venido cometiendo el gobierno, cuando trata los temas de salud, es desconocer lo que otros gobiernos e instituciones privadas han realizado en favor de la seguridad social integral en Colombia.

Lo mismo ha venido pasando con temas económicos, sociales e institucionales. En otras palabras, el Estado colombiano, que constantemente es atacado por los grupos armados ilegales y del narcotráfico, poco a poco, con aciertos y desaciertos, se ha venido construyendo en más de 200 años que llevamos de vida republicana.

Esa es, por lo menos, la conclusión de lo que he podido observar a lo largo de mi vida pública, cuando contribuí en 1986 a la creación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la experiencia que personalmente viví en la Asamblea Nacional Constituyente y en otros cargos públicos que he ocupado, tales como ministro de Trabajo, gobernador del Valle del Cauca, embajador y vicepresidente de la República.

De modo que, con todo respeto, debo manifestarle al presidente Petro que, en el caso de la salud, y en especial la del Valle del Cauca, no puede mirarse solo desde los errores que se han cometido en el funcionamiento, por ejemplo, de la Nueva EPS, en la cual el actual gobierno también tiene algo de responsabilidad. Hay que mejorar los mecanismos de control y acompañamiento para lograr erradicar la corrupción, pero no es menos importante reconocer los procesos exitosos y darles continuidad para afianzarlos y establecerlos como regla y no como excepción.

Tomando como referencia el Valle del Cauca, y con la autoridad moral de haber sido su gobernador elegido por voto popular del 2004 al año 2006, para bien de la población urbana y rural, ya existían hospitales públicos de varios niveles y centros de salud a nivel urbano y rural en cada uno de los 42 municipios que conforman el Valle del Cauca.

Esa realidad fue la que personalmente heredé de mis antecesores y, antes de ponerme a abrir un juicio de responsabilidades sobre la corrupción e inoperancia que existía en algunos de ellos, y partiendo de mi concepción ética de que los seres humanos siempre debemos enseñar con nuestro ejemplo de vida, tomé la decisión institucional de cero tolerancia con la corrupción, la irresponsabilidad administrativa y procurar mecanismos democráticos en la designación de sus directivos.

Simultáneamente, junto con el Ministro de Salud del presidente Uribe, procuré un clima de entendimiento y colaboración para acabar con tanta intermediación de los recursos públicos que debían llegar directamente a los hospitales.

De esa manera pude decir públicamente que, mientras fuera gobernador del Valle del Cauca, ningún hospital se cerraría, incluyendo dos fundaciones privadas como el San José de Buga y el San Juan de Dios en Cali.

Paralelo a ello, y con la colaboración del equipo de la Secretaría de Salud, del Ministerio de Salud y de los alcaldes municipales, implementamos varios programas, entre ellos, el de ‘desayunos escolares’, ‘complementos nutricionales’, ‘psicólogos escolares’ y ‘el hospital va a la gente’.

De modo que, si el presidente Petro y su ministro de Salud miran de manera positiva lo que se ha venido haciendo en diversas regiones de Colombia, tanto por el sector privado como por el sector público, en favor de los servicios de salud, incluyendo la formación profesional del recurso humano: médicos, enfermeras y personal paramédico, es probable que cambien su negativa concepción sobre la salud en Colombia y contribuyan con los esfuerzos materiales del Estado colombiano y del sector privado a lograr que, en Colombia y en cada una de sus regiones, la salud se convierta en una realidad como derecho fundamental de los seres humanos, particularmente de los niños, niñas y adultos mayores.