Notas para un cuatro (I)

Esta costumbre, en el Pacífico colombiano se llama ‘trabuco’, y se practica todavía en la población de Guapi, en la costa caucana.

GoogleSiga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

26 de oct de 2022, 11:50 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 12:15 p. m.

Yomo Toro fusionó la salsa moderna con la música campesina de Puerto Rico, al incorporar a las orquestas de Nueva York el sonido del cuatro, instrumento jíbaro por excelencia. El New York Times lo comparó con Jimmy Hendrix.

Cuando era un niño en el barrio de Ensenada, en Guánica, suroeste de la isla de Puerto Rico, andaba loco por seguir con los dedos ese instrumento de diez cuerdas que su padre llamaba “cuatro”, el mismo que resonaba plantación adentro en el ingenio más grande de las Antillas, donde su progenitor y todos sus tíos trabajaban. Era el fin de los 30 y el comienzo de la gran recesión en Norteamérica, la misma que declaró el cierre de muchas ‘centrales’, como se llamaba a las grandes factorías en las que se extraía azúcar de caña. A los campos desolados de Borinquén cantó Rafael Hernández: “Se oyen los lamentos por doquier/ de mi desdichada Borinquén...”.

Víctor Guillermo Toro Vega, familiarmente conocido como ‘Yomo Toro’, había nacido el 28 de julio de 1933 y alcanzó a vivir los tiempos de bonanza que pusieron rejas de hierro forjado en las casas señoriales de la isla -particularmente en Ponce- donde los maestros de construcción se esmeraban, como lo recordaría Alejo Carpentier en su texto ‘La música en Cuba’, en colocar guitarras, cuatros y ángeles arrodillados en los portalones.

Sus tíos tocaban guitarra y cuatro y ese sonido líquido, como de agua que corre por las montañas de Puerto Rico, se impregnó en su piel. El cuatro puertorriqueño, heredero del laúd europeo, es reconocido por ser uno de los símbolos del campesino puertorriqueño, del ‘jíbaro’. Con él se interpretan plenas, el ritmo del ‘seis chorreao’, y es protagonista, en navidades, de lo que ahí se llama ‘asalto’, cual es la visita repentina de músicos a los barrios. Se da siempre en diciembre; llegan tocando a la puerta, por ‘asalto’, y los residentes de la casa deben estar preparados para tan singular visita, con ron y comida. Tocan ahí y luego, al azar, van a otra casa.

Esta costumbre, en el Pacífico colombiano se llama ‘trabuco’, y se practica todavía en la población de Guapi, en la costa caucana. Solo que, a diferencia de los puertorriqueños, en Guapi cuando la familia no abre la puerta se le lanza un ‘trabuco’, tronante o buscapiés navideño.
Ya a los 15 años, Yomo tocaba con ‘La bandita de la escuela’, un grupo que armó con algunos compañeros de estudio.

El inicio de la década del 70 declaró también su fama; ya instalado en Nueva York, fue invitado a grabar con Willie Colón y Héctor Lavoe, un álbum que se llamó, precisamente ‘Asalto navideño’, todo un ícono de las fiestas que anuncian el fin de año, pues para muchos en el Caribe y América Latina, la voz de Lavoe era también nueva, como los trinos del cuatro incorporados por primera vez a la salsa, con el único antecedente en el Caribe, del tresero mayor de Cuba, Marcelino Latamblé, intérprete de son y de changüí.

El mismo Yomo recordaba cómo al llegar al estudio de grabación, el Maestro Johnny Pacheco le preguntó en tono de sorna “si venía a grabar con Ramito…”, al ver a este músico que portaba bajo el brazo el instrumento de la ruralía puertorriqueña. Colón necesitaba una guitarra eléctrica y también miró con cierta duda a Yomo, quien despejó todas las incógnitas cuando empezó a tocar y demostró que quien es diestro y conoce todas las notas y vericuetos de su instrumento, puede incorporarlo a cualquier ritmo del mundo.

Ramito era entonces ya una leyenda de la música campesina de puerto Rico, junto a Chuíto el de Bayamón, cantantes repentistas y pintorescos a los que Héctor Lavoe imitaba de niño en su natal Ponce.
Continuará....

Medardo Arias Satizábal, periodista, novelista, poeta. En 1982 recibió el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría Mejor Investigación. En tres ocasiones fue honrado con el Premio Alfonso Bonilla Aragón de la Alcaldía de Cali. Es Premio Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia, 1987, y en 2017 recibió el Premio Internacional de Literaturas Africanas en Madrid, España.

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Medardo Arias Satizabal