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Álvaro Guzmán Barney

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Marco normativo y Paz Total

Una dificultad muy significativa es que los líderes de estos grupos armados esperan negociar, aunque es difícil creerles, la dejación de sus negocios y deponer las armas, contra penas mínimas de sus miembros.

27 de marzo de 2024 Por: Álvaro Guzmán Barney

Se han presentado varios tropiezos en la implementación de la Paz Total por la falta de claridad sobre lo que se puede negociar y cómo hacerlo, con grupos armados que son esencialmente criminales, vinculados con economías ilegales y violentos. Se adolece de un ‘marco normativo’ que permita saber cómo se puede avanzar hacia la convivencia, reivindicando a las víctimas por la barbarie sufrida y en los marcos de un Estado de Derecho.

Recientemente, se han presentado asesinatos de líderes comunitarios por parte del Clan del Golfo y de las disidencias de las Farc, lo que ha llevado al Gobierno a decretar el cese de las treguas acordadas, ordenar la militarización de territorios y la captura de jefes como ‘Iván Mordisco’. Pero no se descarta que, en el mediano plazo, se reinicien los diálogos y se decreten nuevas treguas. ¿Hasta cuándo esta ambigüedad del proceso? En el medio urbano, por ejemplo en Buenaventura, algo se ha avanzado al reducir el número de asesinatos, pero no se sabe qué es negociable con estos grupos armados que hacen presencia en el municipio y tienen además tentáculos en Cali e incluso internacionales.

Una dificultad muy significativa es que los líderes de estos grupos armados esperan negociar, aunque es difícil creerles, la dejación de sus negocios y deponer las armas, contra penas mínimas de sus miembros. No van a aceptar la cárcel que corresponde a sus crímenes. Esto nos lleva al tema central de si el Estado está dispuesto a decretar, ya sea, formas de impunidad ante crímenes atroces, o bien si se puede seguir una ruta que implique justicia y resocialización para los victimarios. Un ‘marco normativo’ debe dilucidar estos aspectos.

¿Qué tanto se puede perdonar? Estando en Semana Santa, recordemos que fue Jesús de Nazareth quien justificó el papel del perdón, en un contexto religioso, pero que se retoma en un medio secular. Según Hannah Arendt, el perdón: “pone en movimiento a los hombres en su recíproca relación” para que se perdonen y para que Dios los perdone también. El perdón se opone a la venganza y posibilita que la vida prosiga. Pero, precisa, el perdón y la relación que establece es siempre un asunto personal: “… El hecho se perdona por el amor a quien lo hizo… Solo el amor tiene poder para perdonar”. La alternativa al perdón es el castigo (Arendt, La Condición Humana, Paidós: 1993: 255-262). Para preservar el Derecho a la Vida, la sociedad moderna, no solo en Occidente, ha desarrollado los más abultados códigos penales que incluyen como paradoja, en algunos países, la pena de muerte. También el indulto o la amnistía, por parte del gobernante. Se pasa así del extremo del perdón al extremo del castigo con la muerte. Todo depende de la tipificación del delito, según los códigos. Considero entonces que, ante hechos de barbarie muy graves, la Paz Total no parece tener claridad sobre la justicia que se debe impartir.

Dada la ambigüedad que existe en Colombia entre los rasgos políticos y no políticos del delito contra la vida, parece importante que, sobre la base de dejar los negocios ilícitos y las armas, la política de Paz Total desarrolle un marco de justicia restaurativa que reconozca y resocialice a los victimarios, que interiorice de su parte los valores de respeto, solidaridad y convivencia con los ciudadanos, que reivindique a las víctimas, no solo económicamente, sino en su identidad y sobrevivencia individual y colectiva, de tal manera que se fortalezca la vida pública en convivencia, mediando una mejor Sociedad, un Estado más sólido y una Democracia más efectiva.

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