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Minga por Colombia

Esta es una buena oportunidad para que desde el suroccidente del país, pasemos la página de la historia y dejemos de matarnos por razones políticas y por conflictos sociales

7 de abril de 2019 Por: Luis Felipe Gómez Restrepo

La minga indígena que protesta por los incumplimientos históricos del Estado para con los pueblos indígenas y que, por más de tres semanas, bloqueó la carretera Panamericana entre Popayán y Cali, ha generado una tensión muy grande en la región suroccidental y en todo el país. En los últimos días se ha complejizado por actitudes extremas de grupos armados que están convulsionando la región y las posiciones ideológicas de izquierda y de derecha que inyectan ruido y traban cualquier principio de solución.

Por una parte, los indígenas consideran que el Presidente debe escuchar y dialogar sobre cómo se hará el cumplimiento de los acuerdos y, además, cómo se comprometerá en el futuro. Consideran que el bloqueo era parte de la protesta y que lanza un profundo grito de insatisfacción y de desconfianza por los reiterados incumplimientos. A su vez, muchos ciudadanos consideran que el bloqueo de las vías genera una muy pesada carga para la ciudadanía y que se constituye en un chantaje para el Gobierno. Llama la atención que los gremios del Cauca estén tan reacios a una negociación con los indígenas, estas polarizaciones no ayudan a buscar soluciones.

Es un poco sorprendente que los indígenas hayan procedido con el bloqueo frente a un Gobierno que inicia y que ha dado a los pueblos indígenas un capítulo especial en el Plan de Desarrollo, además de unas importantes inversiones. Es decir, hay una disposición de reconocimiento de los indígenas, que debe ser reconocida y valorada.

Todo ello lleva a la importancia de generar confianzas para buscar soluciones que no solo eviten nuevos bloqueos, sino que encuentren soluciones a los problemas estructurales de justicia y equidad. Cimentar confianza es indispensable, para que la construcción de país sea producto de un consenso amplio. El país requiere de una participación importante de los actores sociales, empresariales y del sector público.

El norte de Cauca fue un gran teatro de operaciones de la guerra, en efecto, estuvo atravesado por muchas de las violencias que azotaron al país. Hoy podría convertirse en el gran teatro de la paz, si logramos acuerdos entre contrarios y enemigos. Pero, infortunadamente, hay algunos insensatos que quieren hacernos regresar a la guerra. Y frente a esta pretensión la respuesta debe ser firme: ¡No! Por otro lado, han aparecido unos cuantos políticos haciendo gala de la demagogia. Oportunistas irresponsables.

Qué bueno que de ambas partes, desde la mesa de diálogo, que ya comenzó a dar resultados, marquen la ruta que permita saldar la deuda histórica con inversiones en vías, sistemas de riego, acueductos, salud, educación y desarrollo sostenible en los territorios donde indígenas, afro y campesinos han vivido a extramuros de la sociedad y el Estado; pero que esa ruta sea enfática en excluir la violencia, la afectación a la propiedad privada, el bloqueo de vías, en otras palabras que se excluya las acciones de hecho para resolver los conflictos sociales. Esta es una buena oportunidad para que desde el suroccidente del país, pasemos la página de la historia y dejemos de matarnos por razones políticas y por conflictos sociales. Inauguramos una nueva forma de hacer política y de resolver los conflictos sociales. No más violencia. Comencemos una gran minga de vida, desarrollo territorial y paz.

* Rector Universidad Javeriana Cali

Sigue en Twitter @RectorJaveCali

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