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Del miedo a la esperanza

El miedo y la esperanza, dos emociones fundamentales en el desarrollo de la democracia. En estos dos sentimientos el ser humano reconoce su extremada finitud y vulnerabilidad.

28 de junio de 2020 Por: Luis Felipe Gómez Restrepo

El miedo y la esperanza, dos emociones fundamentales en el desarrollo de la democracia. En estos dos sentimientos el ser humano reconoce su extremada finitud y vulnerabilidad.

Por estos días el temor se ha instalado en el cuerpo; tenemos miedo de enfermarnos, angustia frente a la muerte, ansiedad de contagiarnos de otros. Vivimos como una paradoja el necesitar intensamente al otro, pero al mismo tiempo saber que debemos estar distantes. Junto al miedo, vivimos la esperanza de salir adelante vivos, de colaborar unos con otros para superar la crisis, de sentirnos miembros de una misma familia humana en peligro.

La Javeriana de Cali realizó su jornada de reflexión intersemestral que contó con Ángela Calvo, una de las profesoras eméritas más entrañables. Apoyada en las reflexiones de Byung-Chul Han, filósofo alemán de origen coreano, y Martha Nussbaum, filósofa estadounidense, la profesora Calvo nos alerta sobre las emociones a las que nos arroja el mundo que estamos viviendo, siendo conscientes de nuestra infinita vulnerabilidad.

Su advertencia es también para que pensemos acerca de las emociones que gobiernan nuestro futuro porque si bien la razón nos prepara para deliberar y reflexionar, las emociones son las que motivan nuestras acciones y las sostienen en el tiempo. Todos los principios de la vida en común devienen de las emociones, por eso advierte que es determinante pensar en proyectos donde las jerarquías sobre el valor de la vida de unos, sobre la vida de otros, sean eliminadas. No es habitable un mundo en que discriminamos y excluimos a una parte y eso define nuestro modo de sentir.

Con estas ideas, nos invita a cultivar el valor de la esperanza, vecina de la gratitud y de la compasión. La esperanza motiva dos actitudes fundamentales para la vida: el amor y la confianza. Estos dos sentimientos permiten la construcción de proyectos en común, seguros en la idea de la igual dignidad de todos los seres humanos y de nuestra vulnerabilidad compartida. Plantea la esperanza no como un optimismo ingenuo, sino como una tarea diaria, que se juega en detalles que van tejiendo la existencia.

El miedo, no permite colaborar; si bien nos protege del peligro, nos centra demasiado en nosotros mismos, “me salvo yo, aunque el resto perezca”. De la familia del miedo es el menosprecio, la repugnancia, la invisibilización del otro que me amenaza, que me puede contagiar, advierte la filósofa.

Finaliza, con una invitación a la Universidad, a las instituciones educativas a mantener y aumentar el capital ético, la sensibilidad moral como eje de la formación de ciudadanos del futuro. La democracia, nos dice, se afinca en la geografía emocional de la esperanza, que incluye al otro, que permite la conversación y la deliberación para construir el futuro que deseamos entre todos.

Las leyes, las estructuras son cruciales para la sociedad, pero se necesita involucrar en ellas el corazón. Bajo control, las emociones nos ayudan a entender la importancia de cuidar a los frágiles, de colaborar y dejar de lado el odio, la repugnancia y la vergüenza, exacerbadas en momentos de temor y de incertidumbre como los que estamos viviendo.

Pasar del miedo a la esperanza es nuestra gran tarea hoy. Cultivemos con amor y confianza.

* rector Universidad Javeriana Cali

Sigue en Twitter @RectorJaveCali

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