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Competitividad como reto colectivo

La competitividad de un país en un mundo globalizado es la variable clave que asegura su supervivencia. Sin competitividad no seremos capaces de lograr una inserción provechosa en el mundo.

5 de noviembre de 2017 Por: Luis Felipe Gómez Restrepo

La competitividad de un país en un mundo globalizado es la variable clave que asegura su supervivencia. Sin competitividad no seremos capaces de lograr una inserción provechosa en el mundo. En los últimos 20 años se ha trabajado explícitamente el vector de la competitividad, pero los resultados no terminan de ser los mejores, esta es la conclusión que nos dejó la entrega del informe de competitividad por parte del Consejo Privado de Competitividad (CPC). Colombia requiere dar saltos más ambiciosos y focalizados para ser la nación más competitiva de América Latina en el 2032 como nos lo hemos propuesto.

Los datos de los distintos rankings internacionales muestran una evolución interesante para el país, pero que no hemos logrado siempre mantener en la senda ascendente. Y esto nos ocurrió recientemente en la medición del foro económico mundial, que quedamos en el puesto 66, bajando algunos peldaños frente al año pasado. Esto debido a que hemos mejorado, pero los otros países también mejoran y lo hacen a una tasa superior. La competitividad no es una medida absoluta, sino relativa. Y en un contexto donde muchos de los países comparables con Colombia están comprometidos a fondo con incentivar la competitividad, no movernos a un ritmo fuerte y efectivo, sencillamente nos deja rezagados.
Como bien lo señaló la directora del CPC, Rosario Córdoba, es fundamental concentrar esfuerzos en los temas críticos: el fortalecimiento de la institucionalidad, salud-educación, infraestructura, eficiencia en el mercado de bienes, e innovación. Estos podrían impactar sustancialmente la posición del país en el contexto internacional, pero lo que es más importante, generar dinámicas virtuosas que nos puedan brindar crecimiento sostenible.

A nivel de la educación se requiere seguir impulsando su financiación, pero mejorando la calidad docente y reduciendo la deserción. En Mercado laboral hay que reducir aún más los costos, para ganar en formalidad. En ciencia, tecnología e innovación es fundamental aumentar la inversión, el vergonzoso 0,7% del PIB hay que subirlo por lo menos al 1%. En materia de infraestructura el transporte de carga sigue siendo un lastre por su baja eficiencia y altos costos. En términos de la eficiencia del Estado, hay que ganar confianza, pues el exceso de reglamentaciones ahoga al sector privado, y un solo ejemplo lo muestra: 17 resoluciones emitieron las reguladoras nacionales cada día hábil en el 2016.

Pero más allá de los números, de las inversiones, de las estadísticas, el núcleo central que nos está afectando fue punteado con claridad y certeza maravillosas por Antonio Celia, presidente del Consejo Directivo del CPC, quien además goza de toda la autoridad moral por el excelente desempeño como cabeza de Promigas. El pesimismo nos hace daño. Acompañado de una buena batería de indicadores sobre el país en los últimos años mostró cómo hay razones para ser optimistas. Y profundizó en el tema mostrando cómo en el país hay muchas percepciones que se basan exclusivamente en lecturas subjetivas, o fundadas en prejuicios, que sencillamente olvidan la realidad y deja en manos de las emociones la toma de decisiones. Su discurso se lo recomiendo a todos los empresarios.

Una dosis responsable de optimismo puede ser el mejor catalizador para que este camino hacia la competitividad sea más dinámico.

Sigue en Twitter @RectorJaveCali

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