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Brecha generacional

Observando las marchas públicas de los últimos años en el país muestran unas profundas diferencias que dejan al descubierto la necesidad de un diálogo entre las distintas generaciones.

16 de octubre de 2022 Por: Luis Felipe Gómez Restrepo

La comprensión de nuestra compleja realidad social conlleva múltiples desafíos, uno de ellos es el entendimiento y cierre de brechas. Uno de los métodos más apropiados para llevar a cabo esta tarea es el diálogo intergeneracional. Este lo definen los estudiosos como el intercambio activo entre las generaciones que conviven en el espacio cotidiano de la experiencia social actual, a partir de la exploración conjunta de sus contextos interactivos y en sus posibilidades de transformación.

Observando las marchas públicas de los últimos años en el país muestran unas profundas diferencias que dejan al descubierto la necesidad de un diálogo entre las distintas generaciones. En el 2019 y el 2021 los jóvenes salieron a las calles. En el 2022 estamos viendo que son los maduros quienes salen a protestar. Estas dinámicas evidencian que el diálogo intergeneracional está pendiente en nuestro país.

Hoy más que antes, tenemos el privilegio de tener a diversas generaciones compartiendo su existencia y obviamente sus preocupaciones e intereses particulares. En medio de esta diversidad de necesidades e intereses, se presentan tensiones naturales entre el corto plazo y el largo plazo; entre las posibilidades de concepción de bienestar entre unas y otras generaciones. Así, convergen las percepciones sobre lo que es, debe y puede ser la vida humana feliz, digna y plena. Pero más allá de las percepciones, observamos que se profundizan las brechas generacionales, cuyas fisuras encuentran sustento en tantas necesidades y recursos escasos mal repartidos.

Por ejemplo, en el caso de pensiones está dando materia para estas brechas. Tenemos en la actualidad una población ya mayor considerable sin ninguna pensión. Por otra parte, están las personas mayores que cuentan con una pensión decente y proporcional a los ingresos recibidos en su tiempo laboral, que está siendo en un porcentaje muy alto subsidiado por el Estado a través de Colpensiones; están también aquellos que están en proceso de cotización en los fondos privados. Y están los jóvenes que ven que los costos parafiscales dificultan la creación de empleo. No es fácil darles respuesta a tan variadas situaciones con unos recursos limitados. Por ello, la necesidad de dialogar.

Casos como el descrito nos ponen la evidencia de la necesidad que tenemos como sociedad de un diálogo intergeneracional.
Recientemente, el Padre Arturo Sosa, S.J., planteaba el reto así: “El desafío de la intergeneracionalidad consiste en la compleja tarea de establecer un auténtico diálogo dentro de cada generación y entre las generaciones. Un diálogo que establezca espacios y condiciones para escucharse mutuamente. Un diálogo que, por una parte, funde la fraternidad entre ellas y, por otra, sea capaz de hacer consciente y comprometer a las distintas generaciones a procurar el bien común de la humanidad, incluyendo restablecer una relación armónica con la naturaleza, el medio ambiente y la bio-diversidad”.

El diálogo nos servirá para poder dar un norte de búsqueda del bien común. Hay unos inamovibles como son el cuidado de la casa común, el respeto de la dignidad humana o la lucha contra el cambio climático. Así pues, hay que propiciar y apoyar el encuentro abierto y generoso entre las generaciones de nuestro país.

*Rector Universidad Javeriana Cali

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