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México y ecuador
En Ecuador, justamente, dos carteles mexicanos controlan el negocio del narcotráfico y son actores principales de la ola de violencia que ha llevado a ese país a una crisis de orden público sin precedentes, la cual no ha podido ser controlada por el gobierno de Daniel Noboa. | Foto: AFP

Editorial

Lecturas de una crisis

La violación de este acuerdo representa un nefasto precedente en una región en la que han vuelto a florecer proyectos políticos autocráticos que denostan de las normas de la democracia.

8 de abril de 2024 Por: Editorial

La perversa polarización política que se ha venido apoderando en los últimos años de Latinoamérica llegó el fin de semana a un punto de extrema gravedad, luego de que Ecuador y México rompieran relaciones diplomáticas en medio de una profunda crisis cuyos efectos negativos sobre toda la región aún están por verse.

El insólito asalto de las fuerzas militares ecuatorianas a la embajada mexicana en Quito, para dar captura al ex vicepresidente correista Jorge Glas, es un hecho repudiable que puede abrir una peligrosa ‘caja de pandora’, no solo en esta parte del hemisferio, sino en el mundo entero.

Esto porque Ecuador rompió una norma que ha sido fundamental para tratar de mantener la estabilidad política del planeta durante los últimos 60 años y que se había respetado sagradamente en Latinoamérica: el principio de la inviolabilidad de las sedes diplomáticas, que hace parte de la Convención de Viena de 1961.

La violación de este acuerdo representa un nefasto precedente en una región en la que han vuelto a florecer proyectos políticos autocráticos que denostan de las normas de la democracia o incluso tienden a desconocerlas cuando no favorecen sus intereses particulares.

El mal ejemplo ecuatoriano puede ser ‘tierra fértil’ para que otros regímenes, como los de Cuba, Venezuela, Nicaragua o El Salvador, llegado el caso, consideren que tienen vía libre para atropellos de este calibre contra sus opositores y encuentren una justificación ante el mundo: “¿Si Ecuador lo hizo, porque nosotros no?”

No es una hipótesis descabellada. Basta recordar que hoy en Venezuela varios colaboradores de la líder María Corina Machado, a quien Nicolás Maduro intenta bloquear por todos los medios como opción electoral, permanecen refugiados en la embajada de Argentina en Caracas bajo la presión de fuerzas chavistas.

El otro gran impacto que tendrá este desafortunado episodio es el debilitamiento de la lucha contra el crimen organizado, que durante el presente siglo se caracteriza por tener carácter transnacional y exige la coordinación y colaboración de todos los gobiernos.

En Ecuador, justamente, dos carteles mexicanos controlan el negocio del narcotráfico y son actores principales de la ola de violencia que ha llevado a ese país a una crisis de orden público sin precedentes, la cual no ha podido ser controlada por el gobierno de Daniel Noboa. Gobierno que ahora, cuando más apoyo externo requiere, ha quedado sometido al señalamiento y la desconfianza mundial.

Y si bien es muy discutible el papel que jugó el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, al acoger desde diciembre en su sede de Quito a un prófugo de la justicia ecuatoriana en calidad de ‘huesped’ -figura que no existe en el derecho internacional-, no hay justificación alguna para las vías de hecho que adoptó Ecuador.

Es preciso reflexionar sobre las graves consecuencias de esta crisis de cordura que se vive en Latinoamérica, donde la necesaria cooperación parece haber sucumbido ante la conveniente ideologización.

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