Columnista
Las grandes obras
Cali y su área de influencia deben continuar con el proyecto del tren de cercanías.
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15 de sept de 2025, 01:22 a. m.
Actualizado el 15 de sept de 2025, 01:22 a. m.
Hace 80 años se comenzó a hablar sobre la necesidad de que Bogotá tuviera un Metro. Pasaron décadas, decenas de alcaldes, propuestas viables e inviables, hasta llegar a hoy, cuando el Metro es una realidad en construcción.
La pequeñez mental llevó a muchos alcaldes a entrabar la idea, si no se acogía la propuesta por ellos formulada. Hasta que se unieron Peñalosa, López y Galán para enrumbar definitivamente el proyecto.
Por supuesto que es una gran noticia la llegada de los primeros vagones a Bogotá. El Metro no debe servir para que los soñadores continúen alentando el crecimiento sin fin de la capital. El problema en la Sabana es de falta de agua. El Metro servirá sin duda para que la actual población viva y se desplace mejor.
Las grandes obras han marcado la historia de nuestro país desde principios del Siglo XX. La más importante infraestructura de esa época fue la red ferroviaria. De hecho, Cali inició su pujante crecimiento urbano cuando el Ferrocarril del Pacífico nos comunicó con Buenaventura.
Se fueron sucediendo los grandes puertos y aeropuertos. Los embalses de gran magnitud aseguraron el suministro de energía eléctrica. Por ello, las obras de infraestructura no deben detenerse.
Cali y su área de influencia deben continuar con el proyecto del tren de cercanías. Contamos con la fortuna de tener un sistema de rieles que pueden modernizarse. Tampoco debe detenerse la comunicación de Medellín con Urabá, hoy frenada por la evidente antipatía del gobierno nacional hacia esa región.
El país práctico debe entender que la precaria comunicación vial que hoy existe entre Bogotá y Villavicencio es inoperante. Prácticamente, toca volver a construir esa importante carretera, cuidando esta vez la firmeza y seguridad de los taludes.
Los puertos de Buenaventura y Tumaco deben ser objeto de constante dragado, pues son nuestra ventana comercial con Asia Pacífico. La vital comunicación fluvial por el río Magdalena tiene que ser recuperada al máximo, pues el transporte de carga por esa vía es muy rentable.
El vencimiento de la concesión del Aeropuerto de Palmaseca debe avivar las fuerzas regionales para que nuestra terminal aérea siga siendo manejada con excelente criterio técnico. Que no aparezcan por allí de la noche a la mañana pajarracos politiqueros a quienes se les modifica a su antojo el manual de funciones para poder colocarlos.
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Posdata. No solamente Estados Unidos, sino el mundo entero, están sorprendidos por el vil asesinato de Charlie Kirk, joven político republicano que se había convertido en toda una figura entre la nueva generación. Muchos han asociado este suceso con la trágica muerte de nuestro Miguel Uribe.
Se cuestiona en todo el mundo la forma de hacer política. Algunos candidatos ya están manifestando sus temores para acudir a grandes concentraciones humanas, pues la radicalización de los oponentes ha llegado a un nivel máximo. Y la consecución de armas de fuego sigue siendo muy fácil.
Ojo con el lenguaje de los líderes. Las personalidades desprovistas de frenos emocionales suelen dejarse llevar por quien los incita verbalmente. El procurador de Colombia está en mora de seguir el ejemplo de Mario Aramburo quien en 1970 reconvino al presidente Lleras Restrepo por un desliz sectario. Nuestro actual mandatario continúa botando fuego cada que habla.

Doctor en Jurisprudencia del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Abogado en ejercicio. Colaborador de EL PAÍS desde hace 15 años.
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