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Arias, santo y mártir

Que san Felipe no se robó ni un peso, dicen sus defensores. Entonces ¿cómo se llama la ‘figura’ de entregarles miles de millones de pesos de AIS a ingenios, ganaderos, reinas y latifundistas que luego financiaron la...

17 de julio de 2019 Por: Julio César Londoño

En noviembre de 2009, la estrella del ministro Andrés Felipe Arias brillaba con fuerza. Nerdo, joven, inteligente, trabajador, maleable, Arias se perfilaba como el seguro sucesor de Uribe, pero en diciembre apareció la primera nube en su cielo: el procurador Ordóñez le abrió investigación disciplinaria por “irregularidades administrativas” en el manejo de los recursos de Agro Ingreso Seguro, un fondo para pequeños y medianos agricultores. Algo sucedió luego, tal vez un conciliábulo Uribe-Ordóñez, y la investigación fue engavetada 19 meses.

Cuando iba de nuevo raudo hacia la Casa de Nariño, intervino la Providencia: Nohemí Sanín lo derrotó en la consulta interna del conservatismo de cara a las presidenciales del 2010. En la lona su dócil alfil, Uribe optó por un riesgoso plan B: Juan Manuel Santos. El resto es historia. Santos ganó gracias a la popularidad de Uribe… y traicionó a su mentor, ¡por fortuna! (Santos es tan neoliberal como Uribe pero tiene 237 investigaciones menos).

Abandonado por los capos, Arias rodó cuesta abajo. El 19 de julio de 2011, la Procuraduría lo destituyó y lo inhabilitó por 16 años. “Encontramos dolo en sus actuaciones”, dijo Ordóñez en la televisión. Dos días después la fiscal Vivian Morales le dictó medida de aseguramiento porque “su libertad es un peligro para la sociedad” (no hay peor tuerta que la que quiere ver, dijeron los guaches, que nunca faltan). Dos años después se le otorgó libertad condicional pero el 3 de julio de 2014 la Corte Suprema de Justicia lo encontró culpable de “contratación sin requisitos legales y de peculado por apropiación a favor de terceros” (todo se terceriza aquí). Una semana después se fugó a Estados Unidos huyendo de una condena a 17 años y 50 mil salarios mínimos proferida por la CSJ. Allá logró aplazar su extradición cinco años, hasta la semana pasada, cuando llegó en un vuelo chárter, seguramente pagado por alguno de los campesinos beneficiarios de los $280.000 millones de AIS, y fue recibido con honores por una comitiva encabezada por el presidente de la República, Álvaro Uribe y la plana mayor del Centro Democrático.

Y volvimos a escuchar los lamentos rituales de los uribeños: héroe, santo, mártir, joven, perseguido político, Mandela redivivo, y volvió a sonar la teoría de la conspiración santista contra el buen muchacho.

Con la carepalo que los caracteriza, los voceros del CD no cesan de proclamar la inocencia de Arias y repiten que todo obedeció a una conjura castrochavista, sin inmutarse cuando les recuerdan que el primer funcionario que lo condenó es ahora embajador de Duque en la OEA y el segundo su embajadora en París.

Uno entiende que la política es dinámica, pero ¿tanto? ¿Quién les va a creer que ayer Morales y Ordóñez eran corruptos y comunistas, y hoy figuras inmaculadas, parceros íntimos del Gobierno y del CD? ¿Era necesario que Duque acudiera al recibimiento que el CD le tributó a Arias y someterlo a más desgaste del que ya sufre?

Que san Felipe no se robó ni un peso, dicen sus defensores. Entonces ¿cómo se llama la ‘figura’ de entregarles miles de millones de pesos de AIS a ingenios, ganaderos, reinas y latifundistas que luego financiaron la campaña política de Arias en 2010?

Al CD, que torpedeó la consulta anticorrupción, y a un gobierno al que se le caen una tras otra las leyes contra las ratas, les queda horrible homenajear a un prófugo, un sujeto condenado por la Procuraduría, la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia.

Sigue en Twitter @JulioCLondono