Preocupaciones válidas

En una reciente encuesta, los entrevistados manifestaron cuál era su mayor preocupación en la Colombia actual. Podría pensarse que la gente iba a responder que su mayor motivo de preocupación era la falta de empleo, el constante robo callejero, las deficiencias del transporte o cosas por el estilo. Pero en un acto de indudable madurez, los encuestados dijeron que su mayor preocupación es el manejo de la economía.

Bastaría con tomar en cuenta esa respuesta de los ciudadanos para descalificar de entrada al candidato populista Gustavo Petro. No es fácil entender por qué Petro encabeza los sondeos de intención de voto si sus propuestas sobre el manejo económico son, por decir lo menos, irresponsables.

Los populistas acostumbran vivir en castillos imaginarios, generalmente fabricados para rendir pleitesía diaria a sus propios egos. Hace muchos meses Petro trató de convertirse en supremo protector del medio ambiente y propuso suspender en Colombia los contratos de exploración de hidrocarburos. Loable propósito, con la anotación de que el mundo desarrollado se ha fijado largos plazos para lograr las metas de descarbonización, pues suspender de manera abrupta la marcha de la economía es un total despropósito.

Preocupa constatar que la imprevisión del populista Petro le impidió atisbar que en el mundo del petróleo las alzas son cíclicas y muy fuertes. La estatal Ecopetrol arrojó en 2021 los mejores resultados de su historia. Y las catastróficas consecuencias de la agresión de Rusia contra Ucrania han elevado el precio del petróleo en el mes de marzo de este año a niveles casi impensables. Afortunadamente Colombia explora, refina, transporta y negocia petróleo y sus derivados, lo que permitirá a Ecopetrol continuar con su bonanza.

Siguen causando preocupaciones las declaraciones del populista Petro. Ha dicho que si llega a la presidencia declarará la emergencia económica para intervenir en el mercado de los alimentos. De manera estructural los populistas de izquierda desconfían de la “mano invisible del mercado”. Ellos prefieren controlar, asignar recursos, prohibir o fomentar actividades según su criterio personal. De hecho la historia demuestra que los populistas prefieren que la economía note la mano gorda y musculosa de los dictadores.

Si la capacidad predictiva de Petro falló estrepitosamente en materia de hidrocarburos, no hay duda de que este populista logrará lo que todos los de su clase buscan: matar la gallina de los huevos de oro. Querer revivir el Idema es un mayúsculo error, pues se sabe que el Estado suele ser un pésimo gerente y un deplorable administrador.

La economía mundial se abrió y ese proceso de apertura solamente se revierte con los terribles resultados que se observan en Venezuela. A los amigos de la estatización hay que recordarles el lema que los socialistas alemanes acuñaron en su congreso de Bad Godesberg en 1959: “Tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario”.

Y para completar el cuadro de las preocupaciones válidas, el populista Petro ha expresado su deseo de intervenir en la administración del Banco de la República. Si algo ha caracterizado a la economía colombiana es el manejo profesional y técnico independiente y apolítico del banco emisor. Los resultados en el largo plazo han sido excelentes y los organismos internacionales así lo certifican.