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¿Cómo es posible?

Pero el mundo se pregunta cómo es posible que las discusiones entre Donald Trump y los líderes chinos estén en un tira y afloja constante, que altera todas las previsiones de inversión a nivel mundial.

30 de junio de 2019 Por: José Félix Escobar

Se acaban de reunir en Japón los miembros del llamado G-20, el grupo de naciones más poderosas del mundo. Las cifras son abrumadoras en cuanto al poder económico de este grupo de países. Pero el mundo se pregunta cómo es posible que las discusiones entre Donald Trump y los líderes chinos estén en un tira y afloja constante, que altera todas las previsiones de inversión a nivel mundial. ¿Es que no existen responsabilidades globales?

¿Cómo es posible que el precio del petróleo esté sometido al vaivén de los dictados unilaterales de la mayor potencia del Planeta? Si se quiere mover el precio del crudo el señor Trump ordena el envío de buques de guerra norteamericanos al Golfo Pérsico, produciendo el natural nerviosismo en los mercados.

Después de cinco años de la amarga crisis humanitaria de Venezuela, no es posible entender que el grupo de países latinoamericanos no haya encontrado una posición común de rechazo a la oprobiosa dictadura chavista. En la reciente asamblea de la OEA, Uruguay un país de comprobada vocación democrática se retiró de las deliberaciones por un asunto de mero formalismo. Maduro y su régimen son indefensables porque una ‘democracia autoritaria’ simplemente no es una democracia.
No es posible entender la posición de México frente al drama de los refugiados. El ambivalente Andrés Manuel López Obrador ensayó una defensa retórica de la migración de centroamericanos rumbo al Norte, diciendo que lo hacía por razones de “fraternidad universal”. Pero en cuanto a los cuatro millones de expulsados por Venezuela hacia otros países López Obrador guarda silencio por un supuesto respeto a la soberanía venezolana. No es posible que el presidente de México distinga entre migrantes de primera y migrantes de segunda.

Ya en el plano nacional, es válido preguntarse cómo es posible que no hayan sacado al señor Gustavo Petro de la escena política. Alguien que lo conoce desde hace mucho tiempo, Antonio Navarro, dijo de Petro que este nunca había desmovilizado su espíritu. Navarro es un izquierdista serio: por ello salió espantado de la Alcaldía de Bogotá a donde fue llamado como colaborador del recién nombrado Petro. El nuevo alcalde hacía lo que le provocaba.

Es difícil imaginar que este pésimo administrador público ande por ahí denigrando a los unos e insultando a los otros. Puede perdonarse a Petro que no distinga entre contribuciones políticas legales y grandes fajos de billetes guardados en la penumbra de una oficina en bolsas plásticas. Pero es totalmente inaceptable que este personaje asegure de manera irresponsable que el azúcar es una droga peor que los narcóticos…

¿Cómo es posible que el expresidente Juan Manuel Santos decidiera romper su anunciado propósito de guardar silencio tras el fin de su mandato? La realidad es que hemos disfrutado de varios meses con el silencio de quién tiene tanto que explicar. Pero Santos -genio y figura- acaba de declarar en Lisboa que la guerra contra las drogas está perdida. Olvida Santos que al terminar su mandato quedó un legado de más de 200.000 hectáreas de coca.

¿Será posible que nos haya invadido en Cali el populismo vial? Las vías rápidas no son para que un adulto mayor pretenda atravesarlas con una bala de oxígeno, como lo dijo el Secretario de Movilidad. Con todo respeto, ese adulto mayor debe permanecer en su casa al cuidado de su familia.

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