Intención de voto
A mí Petro no me produce temor. El que sí me causa pánico es el exalcalde de Bucaramanga. Abomino de su ordinariez, de su lenguaje de rufián de barrio.
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15 de jun de 2022, 11:40 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:45 p. m.
Como si se tratase de reses que pastan en uno de sus hatos, el expresidente Uribe dio en la flor de apartar a la sociedad colombiana en dos corrales. En uno puso los buenos, que son aquellos que siguen sus orientaciones políticas. En el otro están los malos, los que no obedecen sus dictados y que aún creen en los principios que informan la teoría liberal, la separación de los poderes públicos, los límites a los que gobiernan, en fin, los que piensan que otra Colombia es posible.
A estos pérfidos el uribismo les colocó un adjetivo: ‘castrochavistas’, porque la palabra ‘mamertos’ la reservó para indeseables como el papa Francisco o el arzobispo de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve.
Pero no se contentaron con estigmatizar colombianos, pues exportaron el mote a Estados Unidos y varios dirigentes del Centro Democrático fueron a Miami a impulsar la reelección del funesto Donald Trump, y acusaron a Joe Biden y Kamala Harris de ‘castrochavistas’. No les cuajó.
Es posible que este servidor esté en el segundo corral, pero quiero decir que ahí no quepo porque soy un burgués medio -ni siquiera gentilhombre, como el personaje de Moliere- que con una pequeña herencia y un exitoso ejercicio profesional logré llegar a la vejez en situación que me permite atender los requerimientos básicos.
En política he sido un combatiente por las ideas liberales, y del partido que las encarnó hasta que César Gaviria lo liquidó al convertirlo en un vulgar dispensador de avales.
Sigo siendo liberal, en el amplio sentido de la palabra. No soy comunista, ni socialista de ningún siglo, ni menos ‘castrochavista’. He acompañado últimamente a Alejandro Gaviria y luego a Sergio Fajardo, un par de eximios compatriotas que hubiese sido, el uno o el otro, excelente mandatario.
Votaré el domingo por Gustavo Petro, porque sus discursos guardan estrecha relación con lo que he escuchado de los grandes jefes liberales desde que tengo uso de razón política. Confieso que hay temas de Petro que no comparto, pero tiene a su lado gente de tan alto nivel que le mostrará el mejor camino para esta patria convulsionada.
A mí Petro no me produce temor. El que sí me causa pánico es el exalcalde de Bucaramanga. Abomino de su ordinariez, de su lenguaje de rufián de barrio. Y deja ver su falta de conocimiento para dirigir el país en momentos tan críticos.
El 29 de mayo con el desastre de Gutiérrez, los ilusos creyeron que había llegado el fin de la era Uribe. No es así. La derecha que lo sigue no procesó duelo por su candidato liquidado. A las seis de la tarde, ‘Fico’ dijo que él y su gris Lara Sánchez votarían por Rodolfo. Y enseguida, José Obdulio Gaviria manifestó que nada habían perdido porque tienen un excelente candidato: Rodolfo Hernández.
Es de necios creer que Hernández podría gobernar sin el respaldo de los partidos que marchan bajo las consignas de Uribe, los mismos que apoyaron a Gutiérrez. Estos son los que le garantizan mayoría en el Congreso a cambio de que Uribe conserve el poder.
Ninguna fórmula de Hernández es atendible: miente cuando promete quitar prebendas a los parlamentarios. Falta a la verdad cuando jura acabar con la corrupción en poco tiempo. Muestra su lado dictatorial cuando afirma que decretará el Estado de Conmoción para hacer lo que le venga en gana, mientras la Corte Constitucional tumba sus decretos.
Por todo eso votaré por Petro.

Abogado con 45 años de ejercicio profesional. Cargos: Alcalde de Tuluá, Senador y representante a la Cámara, Secretario de Gobierno y Secretario de Justicia del Valle. Director SAG del Valle. Columnista de El Pais desde 1977 hasta la fecha.
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