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Insomnio presidencial

- Ya es muy tarde, cielo. Ahora tienes que ver cómo aguantas el largo trecho que te falta.

16 de junio de 2021 Por: Jorge Restrepo Potes

La gélida noche bogotana cae sobre la Casa de Nariño, como el ala del cuervo cuyo ominoso graznido atemorizaba a los personajes creados por Jorge Isaacs en su tierna novela. No se escucha más que el ruido de las botas del Batallón Presidencial en el cambio de guardia, cuando marcha sobre las losas del patio frontal.

Todo lo demás es silencio. En el aposento principal, una joven pareja yace sobre el lecho estilo Luis XV. Al iluminar un relámpago el recinto, el señor de cabellera encanecida deja ver su rostro surcado por las huellas del insomnio. A su lado, la esposa, también muestra una faz entristecida, que igualmente es señal de no haber podido dormir. En voz baja, el caballero, quien no es otro que el Presidente de la República de Colombia, inicia el siguiente diálogo:

- Amor, ¿sigues despierta?

- Sí, mi vida, no he podido pegar los ojos ni un minuto.

- ¿Qué hora es?

- Las tres de la mañana.

- ¿Te das cuenta, corazón, el lío tan tremendo en que me dejé meter cuando me ofrecieron la candidatura?

- Tú tienes la culpa. Cuando te pusieron en la lista al Senado te dije una y otra vez que ese no era tu destino. Que tú no eres un político “made in Colombia”, y que tus ideas liberales eran distintas a las de la ultraderecha uribista.

- Sí, me dejé ilusionar. Soñé con ser el nuevo Cicerón del Capitolio.

- Bien felices que estábamos en Washington. Tenías buen puesto en el BID, te pagaban buenos dólares, y los niños estaban contentos en su escuela. Los domingos íbamos a las orillas del Potomac y allí correteaban en el verde césped.

- Después comíamos hamburguesas McDonald’s.

- Y sin escoltas, una verdadera jartera que nos cambió la vida a todos.

- Ese escogimiento de mi nombre como candidato presidencial del Centro Democrático, no fue una decisión democrática del partido sino un mandato del jefe.

- Ahí te volví a rogar que no aceptaras esa postulación. Que tú no estabas preparado para dirigir un país tan complejo como es Colombia.

- Pero me acordé de que mi padre contaba que Alfonso López Pumarejo decía que la presidencia es la exaltación suprema de la vanidad pues el presidente se levanta a orinar en cualquier reunión, y le tocan el Himno Nacional.

- Tan buen liberal que era Iván, tu papá. De vivir, estaría aterrado de verte en esa derecha a la que te condujeron.

- Sí, a veces me dan ganas de tener el arrojo de Juan Manuel Santos, a quien tantos favores debo, para mandar todo al carajo y declararme independiente.

- Ya es muy tarde, cielo. Ahora tienes que ver cómo aguantas el largo trecho que te falta.

- Igual que cuando estaba en el colegio esperando las vacaciones, tacho en el calendario cada día que pasa, pues así me pongo más cerca del 7 de agosto de 2022.

- No quiero ni pensar, papito, que te suceda en la presidencia un candidato que le gane al que diga Álvaro.

- Pues me lapidan, como a la señora que salió desnuda en un caballo.

- Y ya sabes de qué cuadra saldrá el potro en el que te montarán.

- Bueno, ‘honey’, ¿y qué se te ocurre para que salgamos de este embrollo en el que estamos metidos?

- No se me ocurre nada.

- ¿Y si armo un gabinete de unidad nacional?

- Ya es muy tarde para eso. Toma una pastilla y trata de dormir un rato porque a las siete viene Marta Lucía.

- Sí, pásame el vaso con agua.

No hubo necesidad de despertador. A las seis de la brumosa mañana, ambos ya estaban trajeados y listos para iniciar otro día amargo, cargado de incertidumbre.

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