Fríamente calculado
Esa movida chueca se debe a que el jefe entiende que la senadora Cabal no se hubiera dejado sacar de la candidatura a las buenas. ¿Y cuando llegue la hora de la verdad, Uribe pone al sumiso Zuluaga en la Coalición de la Experiencia?, y ordena a su gente votar por Federico Gutiérrez, quien es su preferido.
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1 de dic de 2021, 11:40 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 07:32 a. m.
Álvaro Uribe ha sido actor principal en el escenario de la política colombiana en los últimos 20 años, y eso que podríamos decir que son 40 porque muy joven fue director de la Aeronáutica Civil, alcalde de Medellín -cargo del que salió mal salido-, gobernador de Antioquia, y miembro de ambas cámaras del Congreso.
En 2002, nadie daba un peso por su aspiración presidencial. Pero siguiendo el consejo de Hermann Göering cuando dijo en el proceso de Núremberg que lo sentenció a la horca, que el nazismo había logrado imponerse en Alemania creando un enemigo al cual odiar y temer: el pueblo judío. El mariscal de campo de Hitler aseguró en una de esas audiencias que para dominar a un pueblo -aún a una nación tan culta como la suya- bastaba infundirle miedo y odio, y con ese miedo y odio hacerse con su voluntad.
Uribe supo sintonizarse con el odio y el miedo que muchos colombianos sentían por las Farc, una guerrilla que llevaba medio siglo cometiendo toda suerte de crímenes, entre ellos el atroz secuestro extorsivo. No hablaba el candidato ni de obras públicas, ni de salud, ni de educación.
Simplemente, que él en seis meses derrotaría a ‘Tirofijo’ y sus secuaces narcoguerrilleros, y que los que las tuvieran podrían ‘volver a sus fincas’.
Dicho y hecho. Con esa perorata efectista triunfó en 2002, reformó la Constitución para continuar en el poder en 2006, y pretendió convocar un referendo que le permitiera un tercer período. La Corte Constitucional frenó esa iniciativa. Ante el fiasco, puso de candidato a Andrés Felipe Arias, pero cometió el error de llevarlo a una consulta abierta con Noemí Sanín, en la que fue derrotado. Ahí echó mano de Juan Manuel Santos, quien el mismo día de su posesión le notificó que el presidente era él -Santos- y que tenía en el bolsillo la llave de la paz con las Farc.
Entonces Uribe sacó del cubilete un nuevo enemigo sobre el cual volcar el odio de sus parciales: Santos y el proceso de paz. Hizo todo lo posible para impedir la reelección de su expupilo, pero el pueblo prefirió la pacificación propuesta por el hidalgo bogotano a la continuidad de la confrontación anunciada por el otro candidato Óscar Iván Zuluaga, que hoy anda con el cuento de que le robaron la elección en 2014.
Ahora, en un sainete cómico al estilo de los que nos dejó Luis Vargas Tejada, Uribe ‘cranea’ el escogimiento de su candidato a través de una encuesta en la que compitieron cinco de sus bizarros precandidatos:
María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Rafael Nieto, Óscar Iván Zuluaga y Alirio Barrera. Las bases del Centro Democrático estaban con la señora Cabal, pero Uribe sabe que ella es más lo que asusta que lo que aporta, y -presuntamente- metió la mano y sacó la balota de Zuluaga.
Que a la senadora Cabal -presuntamente- le birlaron la candidatura, lo prueba el hecho que Zuluaga sabía anticipadamente el resultado de la ‘consulta’, tanto es así que llevó discurso escrito de aceptación y convocó a toda su familia para que lo acompañara en su ascenso al podio.
Esa movida chueca se debe a que el jefe entiende que la senadora Cabal no se hubiera dejado sacar de la candidatura a las buenas. ¿Y cuando llegue la hora de la verdad, Uribe pone al sumiso Zuluaga en la Coalición de la Experiencia?, y ordena a su gente votar por Federico Gutiérrez, quien es su preferido.
Todo fríamente calculado.

Abogado con 45 años de ejercicio profesional. Cargos: Alcalde de Tuluá, Senador y representante a la Cámara, Secretario de Gobierno y Secretario de Justicia del Valle. Director SAG del Valle. Columnista de El Pais desde 1977 hasta la fecha.
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