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El ‘tuit’ perverso

Por creer que varios de mis lectores desconocen el origen de la gresca entre Álvaro Uribe Vélez y Daniel Samper Ospina, trataré de resumirlo.

26 de julio de 2017 Por: Jorge Restrepo Potes

Por creer que varios de mis lectores desconocen el origen de la gresca entre Álvaro Uribe Vélez y Daniel Samper Ospina, trataré de resumirlo así: en su columna de Semana, hace cosa de un mes, Samper, con ese humor suyo sarcástico e irreverente, al referirse a la senadora del Centro Democrático Paloma Valencia, a cuya hija recientemente nacida puso por nombre Amapola (flor de la que se extrae la heroína, aclaro yo) le insinuó que de ser varón el próximo vástago lo llamara Opio.

Eso que a mi juicio no pasa de ser un gracejo muy propio del humorista -que heredó el sarcasmo y la gracia de su padre Daniel Samper Pizano- le produjo al todopoderoso jefe de la madre de Amapola una furia jupiterina, también muy propia de su iracundo talante, que lo llevó a lanzar un trino a través de su cuenta en Twitter, acusando al periodista de “violador de niños”.

Esa atrocidad de señalar como autor de un delito tipificado en el Código Penal y de tanta resonancia últimamente en Colombia, a una persona de prestigio en el medio periodístico nacional, hizo algo que parecía imposible en un país embrujado por el senador antioqueño y fue que la Fundación para la Libertad de Prensa -Flip- se dejara venir con un comunicado suscrito por los más reconocidos miembros de los medios informativos en prensa, radio y televisión, en el que le cantan la tabla al insolente agresor. Increíble que personas tan próximas al senador Uribe como Vicky Dávila y Claudia Gurisatti suscribieran el durísimo texto de la Flip.

Y con ellas la directora de este periódico María Elvira Domínguez, y también Daniel Coronell, Julio Sánchez Cristo, Alejandro Santos, Darío Arizmendi, y otros más que no vacilaron en defender a Samper del inopinado ataque de quien aún considera que puede hacer y deshacer sin que nada le traiga consecuencias, como enviar ese trino perverso que le llegó a sus cuatro millones de seguidores en la red.

Entre los suscriptores del texto aparece Jorge Restrepo. Debo aclarar que ese distinguido periodista es un homónimo mío, pero que si hubiera tenido la oportunidad yo también hubiese firmado porque nadie puede cercenar de un tajo la libertad de expresión y provocar una reacción como la que puede surgir al señalar a alguien de “violador de niños”, y más en Colombia que abomina de este delito de tan grande impacto social.

Uribe, muy a su estilo, le echó la culpa del trino a un tal Federico Escobar, para eludir la responsabilidad del temerario mensaje. Nadie le come ese cuento, por más que su ladero José Obdulio Gaviria alegue que cuando Uribe dijo “violador de niños” quería decir otra cosa, pero resulta que esa conducta punible no admite interpretaciones acomodaticias. Lo que dijo Uribe dicho está y debe responder por su dicho.

Daniel Samper Ospina, sujeto pasivo del delito en tanto que es víctima del ultraje, ha acudido ante la justicia para que se le devuelva su buen nombre mancillado por el personaje de tan alto coturno en el tinglado político nacional. Es posible que nada le pase a Uribe en los tribunales pues allá dirá que busquen al tal Federico Escobar, porque él no sabe nada del asunto, y que si algo pasó, como en la vieja canción, “yo llegué ahora mismo, yo no estaba aquí”.

Pero los colombianos quedamos debidamente enterados de lo que nos espera con un eventual triunfo de Uribe, por interpuesta persona, en la elección presidencial de 2018: una dictadura total.

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