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El triunfo de la esperanza

Los 11.281.002 que votamos por Gustavo Petro tuvimos la íntima pretensión de que al comando del Ejecutivo llegara un presidente que logre la unidad nacional, ahora tan fraccionada.

22 de junio de 2022 Por: Jorge Restrepo Potes

El domingo último no se produjo en las urnas la victoria de un líder político sino el triunfo de la esperanza de un pueblo que en medio de tantos padecimientos ansía que Colombia sea un territorio más ancho y menos ajeno, como lo imaginaba Ciro Alegría en su conocido libro que leí en mis años mozos.

Los 11.281.002 que votamos por Gustavo Petro tuvimos la íntima pretensión de que al comando del Ejecutivo llegara un presidente que logre la unidad nacional, ahora tan fraccionada.

Cuando leía en los días previos a la justa electoral los catálogos de desastres, algo así como las siete plagas de Egipto, que algunos columnistas vaticinaban para Colombia en un posible gobierno de Petro, no podía aceptar que ellos creyesen que íbamos al desbarrancadero, para utilizar el título de una obra de Fernando Vallejo.

El crecido guarismo por Rodolfo Hernández apuntaba en el mismo deseo de cambio, que el candidato circunscribía a la lucha contra la corrupción, sin que explicara cómo atendería los otros flancos de la problemática nacional. Como no asistió al debate con Petro, quedamos sin saber en qué consistía su programa de gobierno.

Juzgo que Hernández no será el conductor de la oposición al gobierno de Petro. Tiene curul asegurada en el Senado pero él no liderará las bancadas de derecha que le dieron tan alto registro electoral. Esos partidos tienen sus propios liderazgos en ambas cámaras, y no veo al santandereano enfrentando debates con Cepeda o con Barreras.
Piedecuesta es mejor escenario para el ingeniero que el Capitolio Nacional.

No pensé jamás que en mis días hubiese la posibilidad de que al poder accediera un proyecto alternativo de izquierda democrática como el que encarna Petro. Colombia ha sido reacia a los cambios, y la izquierda ha sido estigmatizada siempre, como si fuese el Ángel Exterminador. De muchacho vi el fenómeno político de Jorge Eliécer Gaitán, y era tanto el temor que inspiró en lo que él llamaba “la oligarquía”, que produjo tal aprensión por el caudillo, que accionó la mano homicida de Juan Roa Sierra.

Gustavo Petro es poseedor de un cerebro inteligente, y sabe que los ojos del país están puestos en lo que de aquí en adelante haga y diga. Su discurso de victoria en la noche del domingo fue un llamado a la conciliación, a la unidad, al desarme de los espíritus, a la paz, en una sola palabra.

Estoy seguro de que nombrará excelente gabinete ministerial. A Hacienda, Defensa, Cancillería, y Planeación llevará personas del más alto reconocimiento nacional. En el primero, si no va José Antonio Ocampo, debe ir Alejandro Gaviria, quien domina los temas económicos y goza de amplia credibilidad. Y si nombra canciller a Luis Gilberto Murillo, acierta. Tiene a su lado gente para hacer una buena administración.

Hizo un llamado a la unidad nacional. A ella deben de llegar los partidos que creen en la concordia, en la implementación del Acuerdo de Paz, en la atención inmediata de las necesidades básicas de los más desamparados. Hay que discutir con el uribismo los proyectos que serán presentados al Congreso, porque ellos también son colombianos.

Tengo fe en Petro. Conoce el país como ninguno por su larga trayectoria en la política, especialmente por su exitoso tránsito en el Senado. Sabe que su puesto en la historia depende del resultado de los cuatro años de su gobierno.

Que Dios lo asista para bien de todos.

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