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Coalición de la esperanza

Ninguno de ellos está persiguiendo réditos electorales. Son personas que han creado el entramado económico del departamento y de su capital, que ven con preocupación que ambos entes territoriales pueden colapsar si no se atienden los reclamos primarios de su gente

9 de junio de 2021 Por: Jorge Restrepo Potes

Convocada por varios líderes locales de ese colectivo político, en días pasados hubo en Cali una interesante reunión presidida por cuatro de los precandidatos de la Coalición de la Esperanza. Fui invitado porque soy de los que ven en ella la mejor opción para que Colombia logre llevar a la Casa de Nariño a un magnífico presidente de centroizquierda.

Esa tarde se hizo presente un número alto de empresarios vallecaucanos, representante de diversos sectores, además de varios miembros de la cadena productiva de la región.

Quedé asombrado con las intervenciones que escuché. Reconocidos hombres de empresa convencidos de que la situación nacional es tan dramática que el capital debe tener conciencia de que su obligación actual es ponerse del lado de la solidaridad con la gente más necesitada, aquella que hoy solo tiene acceso a una mezquina comida al día.

Ninguno de ellos está persiguiendo réditos electorales. Son personas que han creado el entramado económico del departamento y de su capital, que ven con preocupación que ambos entes territoriales pueden colapsar si no se atienden los reclamos primarios de su gente, especialmente la de nuestra ciudad que es la que más ha sufrido los estragos de la pandemia y del paro.

Maurice Armitage cerró la ronda de expositores, y le pedí a mi amiga y copartidaria Griselda Janeth Restrepo, quien dirigía el convite, que me permitiera tomar el micrófono.

Empecé manifestando que solamente tenía dos credenciales para hablar allí: una, que era el de más edad de todos los presentes; y dos, que soy un liberal combatiente, que he dedicado mi vida a la defensa y difusión del ideario liberal, como partido político y como filosofía universal.

Citando por sus nombres a Juan Manuel Galán, Juan Fernando Cristo, Jorge Enrique Robledo y Sergio Fajardo (no concurrieron ni Humberto de la Calle ni Ángela María Robledo), les dije que para mí era indiferente cuál de los presentes o de los ausentes sería el candidato único de la Coalición de la Esperanza, pero les hacía caer en la cuenta que diferir la elección a los comicios de Congreso en marzo de 2022, dos meses antes de la presidencial, constituye un suicidio político pues sería darles gabela a Petro y “al que diga Uribe”. Les sugerí que antes de dos meses, por cualquier sistema de selección, debemos tener el candidato que enfrente a ambos y pueda tener chance de triunfar en las dos vueltas previstas para mayo y junio del año próximo.

Les dije también que nunca en mi larga vida había visto una crisis tan grave como la que soporta hoy Colombia. Narré mi experiencia con la violencia en Tuluá; que vi los estragos del 9 de abril en Bogotá; que he vivido, como todos mis compatriotas, la tragedia del narcotráfico y de los crímenes atroces cometidos por la guerrilla, pero que jamás presencié algo similar a esto, con un Gobierno que no acierta en nada, con unos sedicentes líderes que nada lideran; con un país con la caja en quiebra; y con el virus haciendo de las suyas. Y con la gente “emberracada” en las calles, sobre la que no tiene mando alguno el tal Comité del Paro.

Casi todos los precandidatos coincidieron con esa visión mía de los hechos actuales. Galán, Cristo, Robledo y Fajardo hablaron de los problemas y de las soluciones posibles. Yo salí de la reunión con cierto optimismo.

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