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No seas neutral

Amo ser periodista. Es la única profesión en el mundo que tiene...

7 de diciembre de 2014 Por: Jorge Ramos

Amo ser periodista. Es la única profesión en el mundo que tiene como descripción el ser rebelde e irreverente. Es decir, el periodismo te obliga a ser joven toda tu vida. El escritor colombiano Gabriel García Márquez tenía razón: es la mejor profesión del mundo. Pero podemos y debemos usar el periodismo como un arma para un mejor propósito: la justicia social. Lo mejor del periodismo se da cuando nos atrevemos a tomar postura, cuando cuestionamos a los que están en el poder y evitamos que abusen de su autoridad, cuando denunciamos una injusticia. Lo mejor del periodismo ocurre cuando tomamos partido con las víctimas, con los más vulnerables, con los que no tienen derechos. Ante al abuso del poder, el periodismo tiene que ser contrapoder. Creo en los principios básicos del periodismo. No tengo nada en contra de la objetividad y el balance. Eso tiene que ser como un reflejo: ser obsesivo con los datos y presentar todos los puntos de vista. Sin embargo, eso no es suficiente para contar toda la verdad. Frente a los poderosos, debemos tomar partido. Si tenemos que escoger entre ser amigo o enemigo del presidente, del político, del general o del dictador, la decisión es muy sencilla: soy reportero, no quiero ser tu amigo. Cuando me toca hacer una entrevista con alguien importante, siempre doy por hecho dos cosas: una, que si yo no le hago las preguntas duras e incómodas nadie más lo va a hacer; y dos, asumo que nunca más volveré a ver y a entrevistar a esa persona. Las peores entrevistas que me ha tocado ver son cuando el periodista trata de quedar bien y hace preguntas flojas para mantener su acceso a sus fuentes. Eso es autocensura. Estoy a favor del periodismo con un punto de vista. Se vale tomar una posición antagónica antes de una entrevista o reportaje. Esa es una decisión moral. Es perfectamente válido el no ser neutral. Nuestro oficio no se da en un vacío. Tenemos opiniones y códigos de ética -por la democracia, por la libertad, por la pluralidad - y eso debe estar reflejado en nuestro trabajo. Hay grandes ejemplos de valientes periodistas que decidieron no ser neutrales y enfrentaron al poder. Edward R. Murrow luchó contra el prejuiciado senador Joe McCarthy, Walter Cronkite contra la guerra de Vietnam, y los reporteros del Washington Post contra el corrupto presidente Richard Nixon. Christiane Amanpour se peleó con el presidente Bill Clinton por su cambiante posición en la guerra en Bosnia y Anderson Cooper demostró la incapacidad del presidente Bush tras el paso del huracán Katrina. Gracias a estos periodistas, los poderosos no se salieron con la suya. Ahora nos toca a nosotros denunciar la sanguinaria y casi eterna dictadura de los Castro en Cuba, y los asesinatos de estudiantes en México y Venezuela con complicidad de sus gobiernos. Y en su momento nos tocó enfrentar al presidente Barack Obama por no cumplir su promesa migratoria y por deportar a más de dos millones de indocumentados, y al líder republicano, John Boehner por la hipocresía de decir que estaba a favor de una reforma migratoria y (al mismo tiempo) bloquear un voto en la Cámara de Representantes. No creo en ser partidista. Soy fieramente independiente. Pero como periodistas, hay que tomar partido. Como lo dijo el sobreviviente del Holocausto y ganador del Premio Nobel de la Paz, Elie Wiesel: “Debemos tomar partido. La neutralidad solo ayuda al opresor, nunca a la víctima.” Lo peor en nuestra profesión es cuando nos quedamos callados ante una injusticia o abuso de poder. Lamentablemente nos quedamos callados antes de la guerra de Iraq y, por lo tanto, murieron innecesariamente miles de soldados norteamericanos y decenas de miles de civiles iraquíes. No soy menos periodista por tomar una posición. Al contrario. Hay veces en que la única manera honesta de hacer periodismo es dejando de ser neutral y enfrentando a los poderosos. El silencio es el peor pecado en el periodismo. No seas neutral.