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Benjamin Barney Caldas

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IA, arquitectura y ciudad

Los directivos de las grandes empresas constructoras deberían pensar que la economía de escala se debe aplicar a la construcción y no a la arquitectura, y no que crean que es un mejor negocio repetir apartamentos, o casas, idénticos, y disponer edificios idénticos en cualquier parte de la ciudad.

21 de marzo de 2024 Por: Benjamin Barney Caldas

La oportuna columna de Mauricio Cabrera Galvis, Inteligencia Artificial y desempleo, (El País, 10/03/2023) debería llevar a muchos profesionales a pensar en el futuro de sus profesiones, y lo mismo a muchos académicos; y los gobernantes a pensar en cómo van a ocupar a tantos desocupados. Como ya lo ha advertido Yubal Noah Harari, citado por Cabrera: “La automatización va a destruir millones y millones de empleos”, y agrega Cabrera que, según un reciente comunicado del BID: “Seis de cada diez empleos en Colombia están en riesgo de automatización”, pero que desde luego el riesgo es diferente según el sector y la profesión.

Con respecto a la arquitectura, la IA ya está ayudando al proyecto de las edificaciones y su representación, la que incluye poderlas recorrer virtualmente, además de suministrar datos sobre las circunstancias de cada sitio a intervenir para poder proceder inteligentemente a convertirlo en un mejor lugar de la ciudad, considerando su asolación, ventilación e iluminación natural, relieve, vegetación, infraestructura de servicios públicos, sistema vial, y adecuado mantenimiento posterior. Pero si la IA es utilizada con fines lucrativos o no inteligentemente, será fatal para la arquitectura, y en consecuencia para las ciudades y sus usuarios.

Pero en lo que la IA si tendrá un papel muy diferente es en la arquitectura regenerativa, la más indicada ahora, ya que parte de lo existente en cada sitio para reutilizarlo lo más posible y generar menos escombros al no demoler todo; lo que además le permitirá ser renovadora del lugar, pero conservando parte de su imagen regional, la que revitalizará, y al mismo tiempo sin alterar mucho su uso habitual. En este caso, el uso inteligente de la IA estará al servicio de la arquitectura, y no lo contrario, cuya construcción demandará en este caso trabajos artesanales creativos y no repetitivos, como sucede en las construcciones repetitivas.

Por consiguiente, muchos profesores tendrán que cambiar el propósito de sus clases, principiando por los talleres de proyectos, los que se deberían iniciar con ejercicios de proyectación y no simulando proyectos; y después si pasar a proyectos de regeneración de construcciones existentes, las que los estudiantes puedan visitar y aprender algo de su urbanismo, arquitectura, paisajismo y diseño de interiores y muebles; intercalados dichos proyectos con otros de nueva planta. Sería el tan esperado cambio en los programas de arquitectura de las universidades, el que varios maestros han reclamado desde hace muchos años.

Por su parte, los directivos de las grandes empresas constructoras deberían pensar que la economía de escala se debe aplicar a la construcción y no a la arquitectura, y no que crean que es un mejor negocio repetir apartamentos, o casas, idénticos, y disponer edificios idénticos en cualquier parte de la ciudad, dejando de lado las necesidades, posibilidades y aspiraciones de sus muy diversos clientes. Si dichas empresas usaran inteligentemente, la IA sería en beneficio de ellos y de las ciudades, y por su lado, la nueva arquitectura regenerativa daría trabajo para muchos de los arquitectos que se están graduando semestralmente en el país.

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