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Aura Lucía Mera

Columnistas

Hechos, no palabras

Veinte años continuos aportando no solo a la paz, sino al empleo, capacitación, dedicación, protección de las comunas más vulnerables, haciendo posible que sus afiliados puedan llevar una vida digna

23 de enero de 2024 Por: Aura Lucía Mera

Alvaralice, cuatro hermanos, Elena, Enrique, Emma y María Eugenia Garcés Echavarría crearon la Fundación Alvaralice en memoria de sus padres Álvaro y Alice. El pasado jueves 18 de enero, esta Fundación cumplió veinte años de existencia. Fui testigo privilegiada de su inicio. La Hermana Alba Stella Barreto fue pieza clave para que este sueño se hiciera realidad. Con el apoyo de las casas Francisco Esperanza, inicia labores en justicia restaurativa con la presencia de Desmond Tutu y Muhammad Yunus, premios nobel de la Paz, extendiéndolo a lo rural y urbano, complementándolo con coexistencia y paz, talleres de justicia transicional.

El programa Cali Cómo Vamos, simposios de microfinanzas y construcción de paz. La alianza público-privada para la construcción del Tecnocentro Cultural Somos Pacífico, eventos para recaudar fondos y su inauguración en el 2013. Se continúa con el programa de empleabilidad Rumbo Joven que ganó el premio de Modelo de Empleo Inclusivo, plataformas narrativas de mujeres colombianas y su lucha por romper el silencio, formación de mujeres en alta costura. El proyecto piloto del dicho al hecho en alianza con Compromiso Valle.

Veinte años continuos aportando no solo a la paz, sino al empleo, capacitación, dedicación, protección de las comunas más vulnerables, haciendo posible que sus afiliados puedan llevar una vida digna, cumplir sus sueños, cambiar horizontes, potenciar sus capacidades, tener herramientas, progresar y competir.

El jueves 18 de enero, en el homenaje a los 20 años de Alvaralice, retrocedí el casete de los recuerdos a la infancia compartida, cuando lo importante eran los juegos, las idas al colegio en el bus con Charria, que no protestaba si cantábamos y hacíamos desorden, los entre días deliciosos en la casona de la avenida del río, las cabalgatas, desde San Antonio, pasando por El Saladito hasta llegar a El Diamante y asomarse a ver las luces de Cali al anochecer. Descubrir el Rock and Roll, el Square Dance, jugar al escondite y susurrar secretos románticos.

Cuando nació Yeya -María Eugenia- jugábamos con ella como una muñeca, era mucho menor, siempre sonriente. Nos turnábamos para cargarla, bajo la mirada de Aleja que vigilaba atenta.

Sin la familia Garcés y Echavarría, Cali no tendría el Campus de la Universidad del Valle, ni la Fundación Valle del Lili ni el Batallón de Alta Montaña. Doña Emma Giraldo de Garcés fue la matriarca que inculcó en sus hijos la pasión por la filantropía. Una mujer irrepetible que marcó en su descendencia el amor por la responsabilidad social y el servicio a la comunidad.

Sus nietos siguieron este camino. Álvaro y Alice fueron sus modelos. Y así nació Alvaralice, para honrar su memoria y continuar esta labor de paz, educación, formación.

Los años pasan, Elena, Kike, Emma, Yeya ya dejaron impronta en el desarrollo de Cali y el Valle. Lograron un cambio fundamental, veinte años de logros. Fundación ejemplo, no solo en Colombia, sino reconocida y premiada internacionalmente.

Viéndolos ese jueves, sentí un nudo apretado en la garganta, los ojos humedecidos de emoción, recordando esa infancia y adolescencia compartida, cuando entre risas y cabalgatas no sabíamos qué nos depararía la vida, pero ya teníamos sembrada la semilla del amor y los valores. El grano de mostaza plantado en el corazón, y esa amistad sigue intacta. El camino de la vida jamás nos separó. Estos son hechos, no palabras al viento.

*

Aprovecho para recordarles que Alejandro Eder Garcés tiene en sus venas y alma esta vocación y convicción de servicio. Si los caleños lo apoyamos y nos unimos, tendremos la ciudad que soñamos. Mejor capitán y timonel no podemos pedir. Las estrellas volvieron a alinearse. Ya depende de todos.

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