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Paseo millonario 2.0

Con una contraseña y confirmar la transacción es suficiente para consignar una millonada en la cuenta del bandido. Nadie se niega cuando entre uno y el delincuente hay un arma, intimidación y hasta violencia.

8 de septiembre de 2021 Por: Gustavo A. Orozco Lince

Las alarmas en Brasil están prendidas. No solo por los niveles de violencia casi que incomparables con los que la delincuencia roba y mata, si no por la rapidez con la que se están adaptando a las nuevas tecnologías para encontrar nuevas formas de mantener la cuenta llena.
Una aplicación de pagos instantáneos entre usuarios está disparando los paseos millonarios en Sao Paulo.

Ya no hay necesidad de llevar a la víctima a 5 cajeros, demorarse haciendo compras con su tarjeta de crédito u obligar a otros a que paguen un rescate por el secuestro exprés. Con una contraseña y confirmar la transacción es suficiente para consignar una millonada en la cuenta del bandido. Nadie se niega cuando entre uno y el delincuente hay un arma, intimidación y hasta violencia.

La aplicación no lleva ni siquiera un año, apenas comenzó a ser utilizada en noviembre del 2020. Pero el crimen es quizás el mejor emprendedor que existe y ya se ajustó para explotar el nuevo nicho de plata fácil y robo impune. Estos emprendedores y hampones no tienen las limitaciones legales y tributarias que frenan a los que lo hacen como toca, pero se adaptan al mercado más rápido que cualquiera. La oferta, en plata y en víctimas, está. El crimen organizado, como un sabueso con pedigree, sigue la traza como pocos.

El problema no es de la aplicación. La adaptación criminal existe en todas las líneas de la economía. La reacción del Estado no puede frenar la innovación, como muchas veces pasa por acá. Ni caer en la prohibición utópica ni fregando más a las empresas. Las autoridades deben ponerse a la delantera de los cambios en tecnología y métodos delincuenciales para combatirlos con su desarticulación y judicialización efectiva.

Es una obligación, de hecho, de los cuerpos de seguridad y de inteligencia, mantenerse al frente de las tendencias para hacer bien su trabajo. Pero la realidad es, tristemente, otra. Con Bitcoin, por ejemplo, ya con 12 años en el mercado, estamos todavía mundialmente en pañales. La plata que se lava por ese medio para criminales y terroristas ni siquiera es dimensionable.

Los paseos millonarios ya los conocemos en exceso por acá, y no los queremos de vuelta. La tecnología, la empresa y el emprendimiento son aliados de la lucha contra el crimen, la desigualdad y la violencia. Sacar del mercado a los criminales que se aprovechan es responsabilidad de las autoridades. La salida fácil de poner la carga en los usuarios y en las empresas es el camino erróneo en un país que necesita urgentemente más trabajo y más oportunidades.

En Colombia, la carrera contra el crimen debe ponerse propulsores. La innovación criminal está hasta en los rincones más recónditos, pero seguimos solo mirando hacia la coca y la guerrilla. El tráfico de fauna, de madera y de hasta piel de burro tienen a grupos criminales dichosos debajo del radar. Así las cosas, la innovación del lado de la ley, de protegernos a nosotros, ¿esa para cuándo?

AHORA EN Gustavo A Orozco Lince