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Si era tan bueno...

Si ese mundo era tan bueno y definido ¿qué lo envolató? ¿Las generaciones educadas en tan ‘preciados valores’, qué los hizo?

12 de noviembre de 2018 Por: Gloria H.

El cambio asusta. Por ello, no debe ser casualidad encontrar algunos textos de psicólogos y del presidente Macron de Francia, haciendo apología de los ‘extraordinarios’ anteriores tiempos que vivía la humanidad.

Según estos, el mundo era ‘maravilloso’. Gente educada (¡) obediente (¡) respetuosa de los valores (¿cuáles?), un mundo organizado, donde pareciera estaba muy bien definido quiénes eran los buenos y cuáles los malos. La línea era clara: los que se portaban bien y los que no, de acuerdo a normas morales y sociales. Dos sexos, una sola religión, un solo modelo de familia, una sola medicina, una sola manera de ver la vida, una sola raza (blanca, cristiana y heterosexual), un solo patrón. Una sola verdad ‘revelada’ y punto. Con el castigo, la represión y la mano dura, esta humanidad funcionaba. No había desorden, ni disparidad de criterios. Un mundo maravilloso que ‘desafortunadamente’ se perdió. ¡Ya no existe! ¿Qué se hizo?

Jodorosky dice “No vemos la realidad sino una representación mental de ella. Cada uno vive en un mundo diferente”. Porque el planteamiento de mundo organizado con buenos y malos definidos, no deja de ser una vana ilusión. Una mirada maniquea que busca desprestigiar al tiempo actual. Períodos donde la apariencia reinaba y se obedecía a un solo criterio. ¿A qué precio? Está por verse.

Si ese mundo era tan bueno y definido ¿qué lo envolató? ¿Las generaciones educadas en tan ‘preciados valores’, qué los hizo? Porque la actual, la de ‘los malos valores’ fue educada por la anterior de los ‘buenos valores’ que, o no logró transmitirlos o ni siquiera se los creía. Se perdieron y para muchos el despelote se da porque no se vive como antes. ¿Qué sucedió? Una máscara pareciera que cubría el comportamiento porque la insatisfacción se gestaba al interior y solo necesitaba un disparador que liberara lo sometido. Obligados a reprimir se vivía en y de la apariencia. Surge entonces la pluralidad y allí sí fue Troya.

El camino de la evolución es complejo y pareciera que el desorden estuviera ganando la parada. No es así. La pluralidad y la diferencia son las que crean este movimiento. Pero como no existe método que uniforme es difícil encontrar algún país donde la educación en la tolerancia sea el propósito nacional.

Educar en la diferencia no tiene que significar clasificación en buenos y malos. Por ello ‘arde’ no encontrar en otros resonancia con la propia mirada. Molesta encontrar otras maneras distintas de observar el mismo suceso. El imperio de la razón. Ahora, lo anterior no sería tan grave si no se produjera una consecuencia nefasta: la descalificación de quien opina diferente. Es algo semejante a una confrontación entre la emoción y la razón. La razón juzga pero la emoción desvaloriza con los argumentos más inusitados. Lo importante es ganar, tener la razón. Otra vez la necesidad de una sola verdad.

Sensibilidad a flor de piel donde la diferencia es una arma contundente de agresión. Con que la educación enfoque su mirada en el manejo de la diferencia y en el de la frustración, sólo con ello, el mundo será diferente. Es la única tarea que transita por el camino de la tolerancia y permite una sociedad incluyente. ¿Tan difícil? Pero definitivamente, para atrás, ni para coger impulso.

Sigue en Twitter @revolturas

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