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¿Se iba a suicidar?

¿Colombia podrá aceptar la opción de que no hubo manos criminales en la muerte de los Pizano? Difícil. La necesidad del linchamiento mediático y jurídico obnubila el criterio y la mesura.

19 de noviembre de 2018 Por: Gloria H.

Jorge E. Pizano está muerto y todas las interpretaciones son posibles.
La familia ha pedido respeto que no significa silencio porque la investigación debe continuar. Pero la necesidad compulsiva que tiene Colombia de linchamiento ha llevado a que se pierda el sentido de las proporciones.

Así como en Bogotá, en Ciudad Bolívar, una turba descontrolada linchó a un venezolano por ‘supuestos’ emitidos por redes (lo que resultó equivocación, pero el hombre ya está muerto) en el ambiente se siente la necesidad de linchar a alguien en el caso Corficolombiana - Obredecht - Fiscalía. Se necesitan con urgencia uno o varios culpables… Estamos en vísperas de un linchamiento mediático que no permite ver otras opciones.

Para empezar, desde ya, el Fiscal está condenado. No existe ninguna posibilidad de evaluar otras alternativas. Es una historia de víctimas y victimarios, donde Pizano es el bueno y todos los demás son malos. ¿Así de fácil?

El señor Pizano chuzó a su amigo sin su consentimiento. A sus espaldas. Pero como ‘esa chuzada’ develó supuestas intimidades de Néstor Humberto Martínez, esa sí es buena. No existe pronunciamiento sobre este detalle.

Aún más, creo entender que para un juicio no puede presentarse una grabación realizada a escondidas del chuzado. No se admite como prueba. En este caso, no importa: la ‘víctima’ tiene derecho a violar la norma y los medios publican grabaciones de conversaciones privadas porque el caso lo amerita.

Jorge E. Pizano era un hombre desesperado. Es obvio que estaba deprimido. Su familia lo revela en lo que ha comentado. La conversación con su esposa y con su hija es clarísima. Hay llanto, cuasi despedidas, recomendaciones para el futuro. Se siente solo, abandonado, traicionado, en quiebra económica y temeroso de su vida. Con un cáncer terminal, la idea de la muerte debió rondarlo. Total, o se moría ahora o días después. El terror a que lo detuvieran lo paralizaba, no lo soportaba.

Las investigaciones muestran que en su casa se encontró, escondido, un tarro de cianuro. Entonces, su situación y su personalidad podrían marcar la intención de un suicidio. Es posible suponer que él mismo pudo comprar el veneno, preparar la bebida para tomarla después del baño, sólo que el infarto ‘truncó’ sus planes y murió de muerte natural. Pero la bebida quedó lista. No hubo intento de asesinato, ni manos criminales. Su desespero lo llevó a desear quitarse la vida. La bebida quedó allí, preparada por él mismo… Aún más, su esposa pide necropsia después de su fallecimiento natural, ¿por qué?, ¿qué dudas tiene?

El destino tiene jugadas macabras. Para la familia sucedió una tragedia. No la muerte natural del padre sino, la muerte del hijo con la botella de cianuro que pudo, posiblemente, preparar el padre para él. Sólo que la muerte lo libró de tomársela y no alcanzó a tener la precaución de eliminarla para que otros no la bebieran. Es una paradoja pero la vida juega ‘juegos perversos’.

¿Colombia podrá aceptar la opción de que no hubo manos criminales en la muerte de los Pizano? Difícil. La necesidad del linchamiento mediático y jurídico obnubila el criterio y la mesura.

Al Fiscal se le borraron las realizaciones y logros de su trabajo. Ahora solo existe un dictamen: culpable. No necesita probarlo. El linchamiento mediático así lo amerita.

Sigue en Twitter @revolturas

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