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Antioquia, ¿independiente o rabiosa?

Me quedo una y mil veces con la pluralidad vallecaucana y no con la obstinación antioqueña

27 de junio de 2022 Por: Vicky Perea García

Los antioqueños siempre han tenido una marca muy especial. Hasta creyeron que Dios era antioqueño. Tienen características sui generis y por momentos creo, se sienten diferentes, superiores. Claro, no son todos. Pero si hablamos en lenguaje de redes, la tendencia podría ser de una gran mayoría, hasta el punto de que hace años (sin reato de conciencia) publicaron avisos en El Colombiano donde solicitaban 'sólo' contratar antioqueño para cualquier oficio. De ese tamaño era su ego, o su prepotencia o su regionalismo. No necesitaban de nadie: se bastaban a sí mismos.

El Himno de Antioquia, escrito por Epifanio Mejía es una cantera de símbolos donde la fuerza, altivez, dureza, geografía, dejan una marca. “Yo que nací altivo y libre sobre una sierra antioqueña, llevo el hierro entre las manos porque en el cuello me pesa”. Igual, cuando el Éxito se extendió al Valle, las dificultades para que productos caleños pudieran ser vendidos por la cadena de almacenes era muy grande. Aún más, hubo el rumor de que no contrataban personal de raza negra. El Valle es multiracial, Antioquia, como tendencia, es racista. Tiene al lado al Chocó pero las distancias entre las culturas son abismales.

Un antioqueño se distingue por el amor a su familia, su compulsión al trabajo, su actitud conservadora y religiosa, la rigidez de criterio donde podría hablarse de terquedad casi obstinación. No cede, no se abre. En un símil, hablando de geografía y territorios, mientras el Valle del Cauca es plano, fluido, aireado, gocetas, abierto a la vida, para ellos sus montañas les significan la dureza de su vida, donde siempre hay que conquistar las agrestes colinas donde fundaron a Medellín: encerrados, austeros, duros, sin contemplaciones. ¿Acaso dar su propio vómito a su hijo no era una forma de educación antioqueña y patriarcal?

Escribí “no necesitaban de nadie, se bastaban a sí mismos” pero han empezado a resquebrajarse. Varios acontecimientos confluyen para que la caparazón empiece a caer y las fisuras aparecen en el paradigma antioqueño. GEA, Hidrouitango, 'Antioquia no es Uribe', el fracaso de Fico, paramilitarismo, Daniel Quintero, su aislamiento ideológico, Clan del Golfo, señales de tsnunami que pasan factura. Son muchísimas las preguntas y es imposible responderlas en tan corto espacio. ¿Dónde está la verdad? Compleja situación.

Pero Antioquia se convulsiona y su respuesta es… “no reconocer a un terrorista como presidente”, “gobierno ilegítimo de Petro” y no pagarle impuestos a la administración del actual Alcalde. Rabiosa o independiente, muy en la línea de Trump, desconocer las elecciones, intentar refugiarse en su caparazón aislacionista. No salieron las cosas como esperaban -en términos psicológicos “no saben perder”- y desde la rabia (¿de quién?) pasan factura. Cómo un pueblo, en cualquier lugar del mundo, resuena con la rabia de un caudillo y pierde su norte. El Gobernador publica tuits con la bandera de Colombia y al lado la de Antioquia como si no fueran lo mismo… así se empieza y luego la bola de nieve es imparable.

Muchas veces han mirado al Valle con cierta conmiseración por la forma como somos. Sí, hay defectos, tenemos dificultades. Pero me quedo una y mil veces con la pluralidad vallecaucana y no con la obstinación antioqueña. La apertura siempre es saludable.

Sigue en Twitter @revolturas

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