Un país sin remedio

Un país descuadernado, al garete, con la violencia aflorando en su máxima expresión y un timonel que no parece dar la talla ante el reto en que el país está.

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19 de ago de 2020, 11:45 p. m.

Actualizado el 25 de abr de 2023, 05:38 a. m.

Un país descuadernado, al garete, con la violencia aflorando en su máxima expresión y un timonel que no parece dar la talla ante el reto en que el país está. Es lamentable la situación de Colombia. Los niveles de violencia a los que se está escalando retroceden al país a los peores años de los años 80 y comienzos del Siglo XXI. La patria estúpida en su máxima expresión está enfrascada en una confrontación política que cada vez alcanza tonalidades más sangrientas.

De los desmanes y desafueros en redes sociales hemos pasado a las masacres sin fin. En Colombia la muerte no tiene descanso porque es un pueblo acostumbrado a la guerra, verbal o de acción, pero siempre presente. A un gran número de colombianos los mueve el odio, es su naturaleza, no conciben la vida de otra forma. No pueden disentir sin agredir, se les dificulta estar en desacuerdo sin lanzar un improperio, una falacia, un señalamiento, ese es el colombiano promedio.

El chiste de que un colombiano se reconoce en el exterior por la cantidad de vulgaridades que es capaz de ‘soltar’ en un diálogo o una discusión es una realidad. Lo vemos en nuestros líderes políticos, también, inveteradamente dispuestos a agredir, a mentir, a llevar el insulto a su máxima expresión para que otros imbéciles se maten por ellos.

Según la ONU van 33 masacres registradas en el país en lo corrido del año y todavía faltan siete por documentar.

La ONU ha hecho seguimiento a 97 asesinatos de personas defensoras de derechos humanos, y restan por documentar otras 45. El país se desangra y el Presidente se enfrasca en la pelea política, llevándose a la institucionalidad por delante anunciando vengativas reformas a la Justicia con el único propósito de congraciarse con quien lo puso en el cargo. Un país en el que muchos perciben que su timonel está ausente, encartado y confundido frente al rumbo.

Nos esperan meses más violentos, más sangrientos. Ya vienen las elecciones. El país se devolvió a sus peores años de sangre y destrucción.
La delincuencia está envalentonada. Muchos grupos asesinos dominan territorios donde el Estado no llega, ni siquiera como siempre lo ha hecho, a través del poder de las armas. Colombia atraviesa un momento crucial, sin confianza en sus instituciones, un país fracturado, sin banderas identitarias que permitan afianzar esfuerzos comunes. El país de la desconfianza, de la desigualdad, de las violencias que no cesan, de las confrontaciones políticas viscerales, de la corrupción, del ataque furtivo. Una Nación donde las grandes mafias, especialmente del narcotráfico, cooptaron todos los niveles y trastocaron los valores de la sociedad.

Una tierra que duele y que en cada masacre agoniza porque la indignación colectiva que deberían producir esos hechos también es selectiva. La mezquindad y la ausencia de empatía ganan esas batallas. Un país que no pudo dejar atrás su violencia y que pasará otros cien años matándose.

Sigue en Twitter @Gerardoquinte

Comunicador Social, egresado de la Universidad Autónoma de Occidente. Periodista por pasión y convicción. Cali, la ciudad de sus ancestros, que ama y sufre por igual. Sus escritos son la trinchera desde donde cuestiona, critica o también aplaude las buenas iniciativas. Sueña con una ciudad más justa, educada, cívica, segura e incluyente.

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