¿Qué nos pasa?
Es difícil explicarse qué puede pasar por la cabeza de una persona que aún sabiendo que es portador del Covid-19 se pasa por la faja las recomendaciones de las autoridades de salud.
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29 de abr de 2020, 11:45 p. m.
Actualizado el 25 de abr de 2023, 11:17 p. m.
Es difícil explicarse qué puede pasar por la cabeza de una persona que aún sabiendo que es portador del Covid-19 se pasa por la faja las recomendaciones de las autoridades de salud, decide reunirse con sus vecinos, sale a las calles sin ninguna preocupación y, además, cuando alguna autoridad lo conmina a cumplir con la cuarentena, se envalentona y termina insultando y haciéndose la víctima.
Sucedió en Cali, en una unidad residencial del norte de la ciudad. El propio alcalde Jorge Iván Ospina me lo relató y aún sorprendido por lo que fue testigo, me preguntaba si yo podía apuntar a una explicación que le permitiera entender un hecho de tal naturaleza.
Es difícil atinar una respuesta, pero sin dudarlo lo primero es una falta de humanidad en quien comete esa irregularidad sabiéndose enfermo y que puede contagiar a sus más cercanos, incluyendo no solo a su familia sino a sus vecinos. Una persona que hace eso, sabiéndose portador del virus, es alguien con un nivel de egoísmo profundo, sin un principio fundamental de la vida y es tratar de ponerse en los zapatos de los otros.
La detención de ese sujeto es también una muestra de lo que está pasando en Cali. La ciudad tiene unos niveles altos de contagio, los muertos aumentan y aquí pareciera que no entendemos la gravedad de la situación. Calles llenas de gente, estaciones del MÍO atestadas, empresas exigiéndoles a sus empleados que vuelvan a trabajar de manera presencial. Lo único que falta es que convoquen a la fiesta del Petronio Álvarez, que abran el Pascual Guerrero y que adelanten la Feria. La vida cambió y muchos se niegan a asumirlo. Todo esto sucede, también, como explica Édgar Benítez, profesor de sociología de la Icesi, porque culturalmente muchos caleños tienen un problema con el seguimiento de la norma y otros porque en algunos barrios populares no conciben la vida dentro de su casa sino en la esquina, en la calle, que se convierte en el lugar de encuentro.
Los peores escenarios hablan de que Cali puede convertirse en un Guayaquil, Dios nos libre de semejante panorama. Y toca aferrarse solo a lo espiritual porque el comportamiento de una gran parte de quienes habitan esta ciudad es lamentable. Rumbas clandestinas en moteles, verbenas en barrios populares, celebraciones en piscinas de unidades de estrato seis. Es difícil contener un virus tan agresivo con el nivel de inconsciencia que padece esta sociedad. La indisciplina nos carcome, el desorden, el caos que reina y se justifica, como el infractor que salió a la calle sabiéndose enfermo. Ojalá todo el peso de la ley cayera sobre ese tipo, un irresponsable no solo con su vida sino con las de decenas de personas con las que tuvo contacto. Acciones como esas son las que provocarán el colapso de nuestro deficiente sistema de salud. Muy difícil superarnos como sociedad cuando no somos capaces, ni siquiera, de pensar por un minuto en el bienestar de nuestro prójimo. Son las lecciones que va dejando una enfermedad que llegó para quedarse.
Sigue en Twitter @Gerardoquinte

Comunicador Social, egresado de la Universidad Autónoma de Occidente. Periodista por pasión y convicción. Cali, la ciudad de sus ancestros, que ama y sufre por igual. Sus escritos son la trinchera desde donde cuestiona, critica o también aplaude las buenas iniciativas. Sueña con una ciudad más justa, educada, cívica, segura e incluyente.
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