Me acuerdo
Me acuerdo de una Cali más tranquila, más segura y con menos miedo.
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1 de sept de 2021, 11:45 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 07:17 a. m.
“Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas, pero ama siempre...”.
Amado Nervo
A semejanza del escritor Joe Brainard, que en 1975 publicó el libro ‘Me acuerdo’, en el que nos relata sus íntimos recuerdos en una emotiva lista de remembranzas y que adquieren un tono de autorretrato verbal, decidí apelar al mismo método para desandar mis memorias de una Cali que se fue y que añoro con el alma.
Me acuerdo cuando iba de la mano de mí tía al centro de Cali, nos montábamos en el Blanco y Negro ruta 2 y después de las diligencias llegábamos a mi punto favorito: la cafetería de las Calles de Oro donde había una fuente adornada con un elefante y a la que le arrojaba monedas.
Me acuerdo cuando iba a la tribuna norte, del Pascual Guerrero, y compartía gradería con hinchas del Cali y del América sin que nadie resultara muerto por un simple partido de fútbol.
Me acuerdo cuando salíamos del estadio, comprábamos un ‘guanabanazo’ y rematábamos con un chuzo ‘zapote’ con olor a gloria que vendían a precio de promoción.
Me acuerdo cuando guardaba el dinero que me daba mi abuelito los lunes para el recreo y me iba a la casa a pie desde San Fernando, donde quedaba mi colegio Gimnasio de Occidente, hasta el barrio Santander, para poder comprar Nuevo Estadio, el periódico deportivo que devoraba con fruición.
Me acuerdo cuando íbamos en ‘patota’ a las fiestas de los barrios Popular y Salomia a enfrentarnos con otros jóvenes, en duelos de baile, con rumba y sabor, sin heridos ni muertos.
Me acuerdo de las madrugadas felices de los domingos cuando con mis hermanos íbamos con mi madre y mi tía a matiné en el Teatro México a ver las películas de la India María, Capulina y El Santo.
Me acuerdo cuando con mi primo Billy nos íbamos al Dary de la Avenida Sexta a comer ‘Sunday’, mi helado favorito, después de ver cine vespertino en El Calima o el Bolívar.
Me acuerdo cuando con los amigos del barrio disfrutábamos de los ríos Pance, Jamundí y Jordán, sin tumultos, sin drogas, solo en plan de divertimento juvenil.
Me acuerdo de las noches de viernes sin un peso, pero disfrutando una cerveza por horas en la Taberna Latina, mientras Gary Domínguez programaba una y otra vez.
Me acuerdo de JJ Miranda, Iván, ‘El Negro’ y Harold, mis amigos del Camacho Perea aprendiendo de salsa los viernes en el museo de vinilos que tenía mi tío Jorge en la casa de mis abuelos.
Me acuerdo de tardes de fin de semana de sudor y juego limpio en el potrero cuando participábamos en las olimpiadas comunales que se armaban para defender el honor del barrio.
Me acuerdo cuando ir a Cosmocentro era el plan más importante y costoso que nos podíamos dar.
Me acuerdo cuando recorría con Sandra, mi novia en aquel entonces, la Sexta desde el teatro Calima hasta el Venezolano, amando la brisa que descendía de los Farallones y sin el temor de que nos asaltaran en cada esquina
Me acuerdo de una Cali más tranquila, más segura y con menos miedo.
Me acuerdo de una ciudad más amable, respetuosa de su historia y de sus mayores.
Ahora me acuerdo que esa ciudad, también, solo quedó en mis recuerdos.
Sigue en Twitter @Gerardoquinte

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.
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