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Cómo mueren las democracias

Hay dos preceptos básicos que han permitido mantener el equilibrio en democracias respetadas, incluyendo a Estados Unidos.

16 de septiembre de 2020 Por: Gerardo Quintero

Hay dos preceptos básicos que han permitido mantener el equilibrio en democracias respetadas, incluyendo a Estados Unidos. La primera es la tolerancia, que consiste en respetar al que piensa distinto, convivir con quien es competidor político pero no un enemigo mortal. La otra es la moderación, aquella máxima que impide concentrar el poder, a pesar de tener las oportunidades para hacer cambios que podrían beneficiar a quien está en la jefatura del Estado o a su partido de gobierno y que no se ejecutan porque quien detenta el poder sabe que es temporal y una acción que modifique las reglas de juego, debilitaría el Estado de Derecho.

Tolerancia y moderación, dos valores tan escasos en la Colombia de hoy, pero que han sido fundamentales en la democracia de Estados Unidos para apuntalar el sistema y evitar su colapso, como sucedió en tantos otros países, no solo los de América del Sur de los años 60 y 70, sino también en los países del Viejo Continente de los años 30 que luego se enfrascaron en una sangrienta guerra.

Hoy ya no son los grandes golpes de Estado, realizados por militares, los que acaban con la democracia. Hoy los países sucumben a la luz del día, casi de manera imperceptible; instituciones esenciales como el sistema jurídico o la prensa colapsan y sus ciudadanos ni siquiera se dan cuenta o se enteran cuando ya hay poco por hacer. El autoritarismo y el populismo cada vez cobran mayor fuerza en muchos países. Los ejemplos están a la vuelta de la esquina y el propio Estados Unidos ha sucumbido a los cantos de sirena de un siniestro personaje, misógino, nacionalista, racista, que ha erosionado las reglas de juego de una de las democracias más respetadas del mundo.

Los profesores Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, de la Universidad de Harvard, demuestran en su libro ‘Cómo mueren las democracias’ que el retroceso del sistema comienza en las urnas, en la escogencia del caudillo que destruye los partidos, personifica a un pequeño Luis XIV y se proclama la versión moderna del ‘Estado soy yo’. ¿En qué momento en un país democrático deben encender sus alarmas? Cuando ese candidato o presidente elegido rechaza las reglas democráticas, niega la legitimidad de sus opositores, estimula o tolera la violencia, manifiesta una disponibilidad para reducir las libertades civiles de los opositores, incluidos los medios de comunicación.

Para Levitsky la gran tarea del Siglo XXI será hacer funcionar la democracia sin partidos políticos, al menos no como se conocen. “Los partidos del futuro serán menos estables y más personalistas y los políticos tendrán que desarrollar reglas, formales e informales, que ayuden a funcionar la democracia en este nuevo mundo”. Concluye con una sentencia demoledora: “Los grandes partidos del Siglo XIX no volverán, estamos en otro mundo”.

Sigue en Twitter @Gerardoquinte

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