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Repensar la política

La pandemia ha estimulado el proceso de reflexión sobre la precariedad de las instituciones políticas y ha puesto de relieve (y de qué manera) las enormes debilidades del sistema político.

26 de junio de 2020 Por: Fernando Cepeda Ulloa

La pandemia ha estimulado el proceso de reflexión sobre la precariedad de las instituciones políticas y ha puesto de relieve (y de qué manera) las enormes debilidades del sistema político tanto en el nivel nacional como internacional.

La conversación sobre la crisis del orden internacional creado a partir de la Segunda Guerra Mundial que ahora cumple 75 años, lleva varios lustros y hasta décadas. El final de la Guerra Fría, el 11 de septiembre, y la crisis financiera de 2008, entre otros eventos, han propiciado iniciativas para replantear el andamiaje que intenta gobernar un mundo globalizado que, en aspectos esenciales, carece de reglas. Ya es rutinario el clamor por ‘un nuevo orden’ internacional: libros, seminarios, columnas, etc. ¿Por dónde empezar? ¿Si reformular la ONU y múltiples organismos? Conozco informes de diferente calidad al respecto. Y no pasa nada. Las crisis antes mencionadas le dan nuevo aire a esas iniciativas sin que ocurran mayores cambios. La realidad es que tanto la ONU, como los organismos regionales al estilo de la OEA, la Unión Europea que ha significado tanto como modelo de cooperación regional, la Organización del Tratado del Atlántico Norte -Otan- o la Mundial del Comercio, para no mencionar otras, están en tela de juicio, experimentan fuertes tensiones internas que las han debilitado enormemente.

La pandemia ha puesto de presente que, en un momento tan crítico, la cooperación internacional falló y que ahora se requiere una nueva concepción del ‘orden’ o, según algunos, el desorden internacional caracterizado, además, por la renuencia de Estados Unidos a ser “la nación indispensable” y por el interés evidente de China y Rusia en recuperar el estatus que alguna vez tuvieron.

Robert Kagan, autor del famoso libro ‘Del paraíso y el poder’, que comenzó describiendo a los europeos como seguidores de Venus y a los Estados Unidos de Marte, para señalar así la distancia que los estaba afectando, presenta en su reciente libro ‘Y la selva crece detrás’ (2018) una convincente descripción de la manera cómo a lo largo de la historia, se ha conformado este ‘orden’ y cómo ahora es necesario mantener la selva bajo control, en el entendimiento de que “el orden liberal es tan precario como precioso, es un jardín que hay que cuidar constantemente para evitar que la selva que crece detrás nos envuelva a todos”.

La misma preocupación alcanza al sistema político en cada país. Los interrogantes sobre lo que ha venido ocurriendo en Estados Unidos son de hondo calado. Se espera que las elecciones del próximo 3 de noviembre abran el camino para replanteamientos que no dejen duda sobre la vocación paradigmática de esa gran nación como democracia liberal.

Lo mismo se predica del Reino Unido, de Francia, España o Italia. Las tendencias autoritarias que se perciben en algunas democracias de Europa Oriental, así como las manifestaciones en esa línea de pensamiento que se están reforzando en Rusia y China dan lugar a escritos muy pesimistas sobre el futuro de la democracia liberal y sus valores.

Colombia no es una excepción. Su democracia liberal está bajo fuerte ataque por debilidades que no se pueden negar. Estamos ante un proceso electoral que se ve como un momento político crucial. Incertidumbre. Perplejidad. No olvidar que jugamos un papel significativo en la construcción del orden internacional existente, ONU, OEA.

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