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Elección crítica

Entonces, surge otra pregunta: ¿Quién ganó? ¿Gustavo Petro o una configuración de izquierda que logró apoyos de otros partidos?

1 de julio de 2022 Por: Fernando Cepeda Ulloa

Es el nombre que un gran analista político dio a aquellas elecciones que generaban mayor participación política y reflejaban un cambio histórico. Esas características daban lugar a un realineamiento político. Es decir, a una nueva conformación del sistema de partidos políticos. ¿En qué podría traducirse ese realineamiento entre nosotros?

Pues parece obvio decir que esta elección crítica tuvo que ver con el triunfo de una personalidad de izquierda en una victoria estrecha en una contienda con alta participación y que por sí sola se constituía en un realineamiento partidista. Entonces, surge otra pregunta: ¿Quién ganó? ¿Gustavo Petro o una configuración de izquierda que logró apoyos de otros partidos? ¿Esa distinción tiene algún significado? La respuesta depende del comportamiento del Presidente elegido. ¿Pretende hacer un gobierno partidista?, ¿un proyecto mucho más ambicioso?, ¿contempla un horizonte menos coyuntural?

Una cosa es hacer un gobierno de izquierda y otra, muy diferente, instalar la izquierda en el escenario político para que sus opiniones, plataformas, dirigentes cuenten en la vida política de un país al estilo de la socialdemocracia europea. No se trataría de una gestión de izquierda durante cuatro años y luego de una expectativa para ver cuándo esa hazaña se vuelve a realizar. Se trataría de colocar a la izquierda en el radar de las opciones políticas para que, una y otra vez, sea alternativa viable de gobierno. Sin que ello genere grandes temores, ni enormes desconfianzas. La izquierda pasaría a ser una fuerza que estaría influyendo permanentemente el debate político y desafiando otras formaciones políticas en la competencia democrática por gobernaciones, alcaldías, corporaciones públicas, etc.

Si ese es el propósito, tendríamos a la vista un realineamiento político significativo, inédito entre nosotros.

Cuando me expresan perplejidad, desconcierto o escepticismo por la estrategia de un Acuerdo Nacional propuesto por el Presidente electo y en plena marcha, sugiero como respuesta que es resultado de un realineamiento político, consecuencia de una elección crítica que, al parecer, tomó por sorpresa al país.

Por eso, si no se trata de un gobierno de un presidente de izquierda sino de un partido de izquierda con vocación de poder, es apenas obvio que este ejercicio (Gustavo Petro 2022-2026) tiene que demostrar que esta formación política es capaz de gobernar bien, sin sectarismo, con sentido nacional y no excluyente. Y si consideramos con cuidado lo que ha ocurrido en apenas dos semanas es evidente que Gustavo Petro está consolidando la izquierda no como partido, que monopolizaría el poder en todas sus manifestaciones, sino como partido que entra a formar parte del juego democrático y para ello olvida rencores, colecciona personalidades valiosas con las cuales rivalizó, ahora o antes, y se dispone a poner en marcha un buen gobierno para obtener credenciales que lo habiliten para seguir compitiendo en el futuro.

¡Es una operación de largo aliento como la que acaba de culminar el 19 de junio, que no comenzó ayer! Competirá legítimamente por la presidencia y otros factores de poder, perderá unas veces, ganará otras, pero va con el título bien ganado de ser una alternativa de poder. En eso consiste la teoría del realineamiento político. Si no entendí mal, eso es lo que el expresidente uruguayo le aconseja. Eso es lo que la izquierda ha logrado en muchos países. Y esa reconfiguración es parte de la democracia.

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