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Cali necesita un buen administrador

Las elecciones de octubre para elegir alcalde son cruciales para Cali, pues debemos garantizar la continuación del proceso de transformación y saneamiento que han liderado con éxito Rodrigo Guerrero y Maurice...

20 de junio de 2019 Por: Ernesto De Lima

Las elecciones de octubre para elegir alcalde son cruciales para Cali, pues debemos garantizar la continuación del proceso de transformación y saneamiento que han liderado con éxito Rodrigo Guerrero y Maurice Armitage. El primero de ellos encontró la ‘olla raspada’ que le dejó Jorge Iván Ospina, quien no demostró ser un buen administrador de los recursos del Municipio ni los de Emcali pero sí para hacer elegir a su hermano Senador de la República, quien luego le devolvió el favor cediéndole su curul cuando terminó su periodo como alcalde.

Las ciudades, al igual que las empresas, requieren administradores competentes y honestos para progresar. Por eso no dudo en respaldar la candidatura de Alejandro Éder para la Alcaldía, una persona con un agudo sentido de responsabilidad social, vocación como servidor público y experticia en construcción de paz y propone hacer política de manera transparente. Así lo demostró cuando trabajó con los dos últimos gobiernos como responsable de la Política Nacional de Reintegración de excombatientes. En Cali lleva años trabajando con fundaciones por las poblaciones vulnerables de Aguablanca.

Su más reciente logro fue revivir la FDI fundada en 1969 por la CCC, Carvajal, DeLima, entre otras, para tratar de frenar el éxodo hacia Bogotá de las empresas extranjeras ubicadas en Cali. Al asumir la dirección de la entidad hoy llamada Propacífico, Éder logró unir el trabajo del sector público con los empresarios y académicos para impulsar proyectos de alto impacto para Cali y la región. No dudo que como alcalde sería un excelente interlocutor para lograr que el Gobierno Nacional y las entidades internacionales asignen los recursos requeridos para mejorar la calidad de vida en nuestra ciudad.

Alejandro le hace eco a la época en que tuvimos de alcaldes a personas preparadas, reconocida honorabilidad y vocación de servicio que no permitían que la corrupción metiera sus garras a los recursos públicos. En ese entonces, Emcali era un ejemplo de cómo se podían gestionar con eficiencia y transparencia los servicios públicos por lo que venían los directivos y miembros de juntas directivas de otras empresas públicas incluyendo EPM para aprender de ella.

La elección popular de alcaldes nos ha dejado algunos buenos mandatarios y otros perversamente corruptos. No olvidemos que en la administración de Apolinar Salcedo varios de sus funcionarios, cohonestando con dos reconocidos concejales, desaparecieron miles de millones de los desayunos escolares de los niños más pobres de la ciudad.

En Bogotá y Bucaramanga los hermanos Moreno Rojas se adueñaron de sus presupuestos. En Barranquilla alcaldes corruptos e incompetentes la saquearon antes que eligieran a Alejandro Char y a Elsa Noguera, quienes han logrado una transformación de su ciudad. En la capital de país, Enrique Peñalosa, quien no goza de gran popularidad, realiza grandes obras que cambiarán la inmerecida percepción que hoy tienen de él sus ciudadanos.

En Cali no podemos improvisar. Son muy altos los riesgos para la institucionalidad cuando se eligen mandatarios quienes tienen enredos judiciales o nula experiencia como gerentes de lo público.

Las elecciones son una oportunidad para escoger a quienes administrarán los recursos y definirán los destinos de nuestras ciudades. Ojalá hayamos aprendido la lección sobre el peligro de elegir malos gobernantes.