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Elly vive en nuestros corazones

Decía Elly: “En la arquitectura no existe una mirada femenina; la arquitectura es el manejo del espacio. Hay que sentirla. Un hombre o una mujer pueden lograr los mismos resultados”.

11 de febrero de 2024 Por: Claudia Blum

En la tarde del pasado sábado 3 de febrero, Elly Burckhardt, la liceísta, la primera mujer arquitecta graduada de la Universidad del Valle, la urbanista y paisajista, la jardinera apasionada por las orquídeas, la administradora industrial y amante de la cultura, a sus bien vividos 88 años, nos dejó para partir hacia la eternidad.

Entrar en su universo era una aventura excepcional por la riqueza de su personalidad tan llena de matices. Profesional, íntegra, inteligente, amable, solidaria y con gran sentido cívico, se destacó por ser amiga de sus amigos, por su lealtad y su espíritu generoso. Nunca dejó el estudio ni el deseo de aprender. Esa inquietud intelectual se alimentaba de lecturas bien seleccionadas y contacto permanente con diversas expresiones del arte. Miraba la vida con la curiosidad insaciable de quienes saben que conocer y tratar de comprender el mundo es una de las empresas más apasionantes del ser humano.

Con su esposo, el arquitecto Julio Echeverri, crearon la empresa Burckhardt & Echeverri Arquitectos. Tuvieron tres hijos: José Antonio, el mayor, es médico; le siguen Juan Manuel y Carolina, ambos arquitectos, para quienes su mamá fue el mejor ejemplo de vida, y seis nietos orgullosos de su abuela, a quien recuerdan como una fuente de amor generoso, sano y verdadero.

Su pensamiento permanente era cómo darles salida a los problemas de su amada Cali. La mortificaban mucho la movilidad y los trancones interminables de la Avenida Colombia, lo que la llevó a concebir la idea de hundir esa vía, desahogar el tráfico y construir encima el Bulevar del Río donde la gente pudiera conectarse con el espacio público y caminar con la brisa de la tarde. Esta obra le dio a Elly mucha satisfacción porque estaba convencida de que este modelo de áreas hace grandes e importantes a las ciudades. Y era consciente de que las alcaldías deberían incentivar en el Bulevar la presencia de librerías, cafés, fuentes de soda, como una oportunidad social, cultural y económica para la ciudad.

Otro de sus éxitos fue el diseño de la Unidad Deportiva Jaime Aparicio para los Juegos Panamericanos de 1971, obra que tanto ha servido para la práctica y disfrute del deporte y la recreación. Diseñó además otros espacios emblemáticos de la ciudad como el Parque de los Poetas y la Plaza del Comercio. Fue la primera presidenta nacional de la Sociedad Colombiana de Arquitectos entre 1985 y 1987. Decía Elly: “En la arquitectura no existe una mirada femenina; la arquitectura es el manejo del espacio. Hay que sentirla. Un hombre o una mujer pueden lograr los mismos resultados”.

Tuve la oportunidad de compartir unos años con Elly, hasta su deceso, en la Junta Directiva del Museo La Tertulia, donde casi siempre era la primera en llegar. Sus comentarios eran claros y sus aportes valiosos.

Transmitía fuerza y carácter en sus ideas, pero irradiaba amor. No temía decir lo que pensaba porque estaba convencida de que era lo correcto, y permanecía siempre abierta al diálogo amistoso. Insistía en acercar a la ciudadanía al Museo para que gentes de todas las edades se apasionaran por el arte. Como arquitecta, estuvo muy comprometida y activa en el proceso de adecuación de la Casa Obeso-Mejía en el momento en que pasó a hacer parte del Complejo Cultural Museo La Tertulia y respaldó con entusiasmo la gestión para construir el puente sobre el río Cali que conecta el Museo con la Casona y el parque Las Novias del Gato del maestro Tejada, zona tan especial y visitada de la ciudad.

La Tertulia tenía un gran significado para ella. Junto con Maritza Uribe, Gloria Delgado, Miguel González y su amiga inseparable Soffy Arboleda, impulsaron desde su creación en 1956 el destino del Museo hasta convertirlo en el símbolo del arte y la cultura de Cali, una ciudad a la que amó con la pasión y el compromiso que solo personas de su calidez humana son capaces de entregar.

¡Gracias, Elly, por seguir viviendo en nuestros corazones!

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