Editorial
El fracaso de la integración
Apenas 310 mil caleños utilizan el transporte masivo al día. La red de los colectivos tampoco ha funcionado, si se tiene en cuenta que de los 300 mil usuarios esperados, solo 70 mil se mueven a través de esos vehículos.
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3 de ago de 2025, 02:21 a. m.
Actualizado el 3 de ago de 2025, 02:49 p. m.
Dieciséis años después de entrar en operación el MÍO, sigue sin lograrse la integración que demanda el sistema de transporte público de Cali. La incapacidad de los distintos gobiernos locales y administraciones de Metrocali para darle solución a la que es una necesidad de ciudad, solo ha conseguido que la piratería y la informalidad se fortalezcan, con el riesgo que ello significa para los usuarios, para la estabilidad del sistema y para el orden de la capital del Valle.
En estos más de tres lustros no se finalizó la chatarrización de los buses antiguos ni se han logrado acuerdos definitivos con las empresas que mantienen sus vehículos colectivos en funcionamiento, para que se conviertan en alimentadores oficiales del MÍO. Mucho menos se ha conseguido que los camperos, conocidos como gualas, que llegan a los lugares de más difícil acceso de la ciudad, donde el transporte masivo no alcanza a entrar, se organicen y se conviertan en un operador más, que cumpla con la normatividad vigente y pueda ser controlado.
Los números hablan por sí solos y con contundencia. Nunca se ha llegado, ni de cerca, a los 900 mil pasajeros diarios que proyectaba movilizar el MÍO para ser rentable: hoy apenas 310 mil caleños utilizan el transporte masivo al día. La red de los colectivos tampoco ha funcionado, si se tiene en cuenta que de los 300 mil usuarios esperados, solo 70 mil se mueven a través de esos vehículos.
Si no se atiende la demanda como se debe, si no se les brinda a los ciudadanos un servicio público de transporte ágil, que cubra todo el territorio local, entonces se abren las puertas para que suceda lo que pasa en Cali, donde los carros piratas o informales terminan supliendo las necesidades que se derivan de la ineficiencia del sistema masivo. Se calcula que al día esos vehículos transportan 600 mil pasajeros, poco menos del doble de lo que movilizan el MÍO, los colectivos y el MÍO Cable.
Pareciera irreal que 16 años después sigan sin encontrarse las soluciones para garantizar la integración del sistema de transporte masivo de la capital vallecaucana. O que se continúe hablando de chatarrización, mientras aún hay buses en las calles prestando el servicio sin importar que hace décadas cumplieron su vida útil. Inaudito también que circulen aún por las laderas ‘gualas’ que no cumplen con las normas mínimas, técnicas y mecánicas.
Peor aún es que, como se ha denunciado tantas veces desde estas mismas páginas, no se persiga con contundencia a quienes ejercen la piratería, que representan un peligro para la vida e integridad de los pasajeros, mientras son una competencia desleal para el MÍO y para el ordenamiento vial de la ciudad.
Si no se llega a acuerdos que permitan mejorar la oferta, brindar un servicio eficiente, ágil, con cobertura total para los dos millones y medio de habitantes que tiene la capital del Valle, y hacer rentable para los operadores y para quienes deben ser los aliados del sistema de transporte público de Cali, el MÍO está llamado a fracasar.
La Administración de Alejandro Eder no solo tiene el reto, sino la obligación junto a Metrocali de lograr, en los dos años y medio que le quedan de gobierno, acuerdos para una articulación efectiva, que lleve a la verdadera integración multimodal del sistema de transporte masivo y que beneficie, en primer lugar, a los caleños.
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