Columnistas

El diagnóstico temprano de la depresión

Las personas abrumadas por la depresión lo resumen como una gran desesperanza, mucho miedo, inseguridad y dudas acerca de todo. El proceso depresivo se inicia con una sensación de extrañeza...

GoogleSiga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

Carlos E. Climent
Carlos E. Climent | Foto: El País

22 de nov de 2025, 11:48 p. m.

Actualizado el 22 de nov de 2025, 11:48 p. m.

Por la cabeza de la persona deprimida pasan muchas ideas y emociones que mantiene en secreto por mucho tiempo. Lo descrito a continuación es un resumen condensado de los relatos tomados de muchos pacientes que, después de sufrir síntomas depresivos, llegaron a consulta.

Estos relatos solo los comunicaron una vez que el tratamiento había empezado a tranquilizarlos, pues antes les resultaba imposible por una de varias razones: o estaban paralizados, o no entendían lo que les estaba pasando, o no lo podían explicar.

Las personas abrumadas por la depresión lo resumen como una gran desesperanza, mucho miedo, inseguridad y dudas acerca de todo. El proceso depresivo se inicia con una sensación de extrañeza:

“Me sentía mal, sin energía, sin ganas de hacer nada, abrumado por el pesimismo y las ideas negativas, atrapado en una telaraña que no me dejaba pensar. Era incapaz de definir qué me pasaba. Me preguntaba si era el cansancio de la rutina, el exceso de trabajo o quizás me había vuelto más frágil frente a pequeños asuntos cotidianos que antes podía superar con facilidad y que ahora, dominado por un miedo inexplicable, los veía como obstáculos invencibles. Me invadía la tristeza y la angustia, dormía mal, todo me irritaba, perdí el apetito, se me volvió casi imposible realizar las labores más sencillas y no pude volver al trabajo”.

Quienes están pasando por un episodio depresivo tienden a cuestionar todos sus actos, van perdiendo seguridad y el negativismo los controla:

“Me preguntaba si la razón de mi estado de ánimo era la discusión que había tenido la semana pasada, la situación del país o las preocupaciones familiares, laborales o económicas. Como temía cometer un error, entonces decidía no hacer nada. Era un círculo vicioso en el cual sospechaba de todo y me fui aislando. Cada vez estaba peor”.

Este interrogatorio íntimo se toma mucho tiempo y suele cursar en silencio:

“Creo que me pasé muchas semanas, quizás meses, rumiando en silencio mi desgracia. Cada vez me costaba más levantarme. Si alguien me preguntaba algo, me sentía amenazado y respondía con evasivas o simplemente decía que no me pasaba nada”.

Como los allegados no entienden lo que está pasando, empiezan a perder la paciencia porque la persona sigue igual, hacen comentarios que no ayudan: “Ya es hora de que se ponga a trabajar. No se puede quedar acostado todo el día. A usted no le pasa nada. Deje la bobada”.

Lo lamentable es que durante el período en el cual todavía no se ha diagnosticado el problema, nadie (ni el paciente, ni los familiares) se imagina que ‘eso’ puede ser una depresión. Situación que ocurre muy a pesar de ser una condición médica muy frecuente, relativamente fácil de identificar y con un tratamiento muy efectivo.

En conclusión, demorarse en identificar la depresión es una de las razones más frecuentes del sufrimiento de estos pacientes, algo que se puede atenuar si se hace un diagnóstico temprano.

Carlos E. Climent es médico de la Universidad del Valle y psiquiatra de la Universidad de Harvard. Durante30 años trabajó en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, y durante 20 se desempeñó como miembro del Panel de Expertos en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud.

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Columnistas

Gonzalo Gallo

Columnistas

Oasis