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Valadés y la bugueña

El nombre de la composición es ‘Bugueñita’ y en esta describe la belleza de una joven de mi ciudad y cuanto diera él por conquistarla. Revisando la historia, nos hemos enterados que fue real el enamoramiento del...

26 de julio de 2019 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

En estos días, en los chats de los bugueños, se escucha con frecuencia y sorpresa una bella canción compuesta e interpretada por el inolvidable bolerista Fernando Valadés.

Bugueña


El nombre de la composición es ‘Bugueñita’ y en esta describe la belleza de una joven de mi ciudad y cuanto diera él por conquistarla. Revisando la historia, nos hemos enterados que fue real el enamoramiento del mejicano y que además tuvo buen gusto, pues nadie duda de la belleza de la dama, merecedora sin duda de la canción.

En un almuerzo con una acartonada señora le compartí la historia y le dejé oír la canción en mi celular. “Se me hace muy raro que un ciego describa así una bugueña. ¡No creo en eso!”, fue su aburridor comentario. Mientras yo buscaba en el sabio Google si era cierta la ceguera de Valadés, defendí el éxito con las damas de invidentes como Andrea Bocelli, de José Feliciano y hasta de Apolinar Salcedo, quien dejó huella de ‘tumbalocas’.

Encontré que Valadés no fue ciego, sino que tenía una discapacidad en sus piernas por un error en una receta doméstica, en la cual reemplazaron azúcar por insecticida en polvo. “Pues peor”, dijo mi sosa contertulia, “una persona con esas limitaciones que iba a seducir en Buga”.

Le leí entonces que en su matrimonio el cantante tuvo 14 hijos, como quien dice en términos ganaderos ‘gran preñador’ y ante la sorpresa de la incrédula comensal, seguí leyéndole que en 1978, el artista de Mazatlán falleció de la depresión a causa de la muerte de su esposa.

Mi contertulia, seguramente envidiosa del éxito de las bugueñas frente a las de su ciudad, me dijo en tono subido: “Pues me parece el colmo que un hombre casado y con 14 hijos se haya enamorado de una muchacha de por acá”. Vi que no tenia sentido insistir en la defensa de la admiración de un hombre por la mujer que le gustó. Menos aun cuando es un artista que vibra con la estética y la sensibilidad del alma.

Que la admiración y el gusto nada tienen que ver con el estado civil de los enamorados. Simplemente pedí la cuenta y salí a buscarle un “diccionario con las palabras del amor, en el idioma de los dioses para cantarle al corazón”, como se lo cantaría Valadés.

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